al trasluz
Cristo también reía
La Universidad de Málaga organizó en 2019 el congreso internacional El humor y su sentido, en el que unas de las cuestiones abordadas fue la risa de Jesús; hubiera asistido, es tema que me interesa mucho como creyente. Días atrás, he preguntado por WhatApp a un amigo filólogo y tocayo, quien ya en la cincuentena había empezado a cursar estudios académicos de Teología, si figura en algún pasaje de los Evangelios que Jesús riera. Me contestó con un escueto: «No». Sin embargo, intuyo que su respuesta no fue tanto una negación categórica como la ajustada a la vía utilizada para preguntárselo; la entendí como un: «¡hombre, eso se pregunta en papel, en una conversación telefónica, sentados antes un café…!». Estoy seguro de que mi amigo, bendecido con un gran sentido del humor, en su fuero interno cree que Jesús rio. Que no aparezca mencionada su risa no significa que no riera, pues hay numerosos pasajes que nos permite deducir que sí lo hizo… quizá a la manera que a nosotros nos hacen reír los niños, aunque sepamos que un día dejarán de serlo… o quizá precisamente por ello. La risa de Hijo de Dios hubo de contagiar bondad; quizá, después, una vez se quedaba solo, la consciencia de su Pasión, «voluntariamente aceptada», había de envolverle una tristeza íntima… hasta que un sentimiento de ternura hacia nuestra debilidad le envolvía…y su corazón quedaba abierto de nuevo al júbilo, compatible con la gravedad de su Misión. Cristo hubo de transmitir una risa nueva, pero a la vez debía de ser muy receptivo a las felicidades cotidianas. ¿Alguien puede creer que hubiese apartado de sí a quien le contase un chiste o le gastase una broma, si no escondía doblez?
Pero sí, la Pasión de Jesús es el paréntesis en lo que todo queda momentáneamente paralizado, salvo su dolor y su perdón. Sin embargo, el Bien no fue vencido en la cruz. No estamos conmemorando una derrota, sino un Triunfo. Aquellas enseñanzas purificadoras no han dejado desde entonces de resonar en el corazón del mundo. Y sí, Él también nos enseñó a reír con risa que nos hace libres. Quién sabe, a lo mejor hoy o mañana me llega otro WhatsApp: «Oye, tocayo, sobre eso que me preguntaste acerca de si Cristo reía… lo he estado dando vueltas y…».