Diario de León

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No se reunieron este año los cofrades de San Antón en su local de la calle Fernández Cadórniga a celebrar su tradicional laconada. Las circunstancias conocidas mandan. El que esto escribe pasó por allí hace tres años cuando aún sonaban lejanos los tambores de futuras pandemias y, bajo solemnes vigas y alegres canciones, todavía pudo compartir con los miembros de la Asociación San Francisco el Real Extramuros la fiesta al completo, con sus versos a San Antón delante de Botines y su rifa del gochín al calor de la hoguera y el fervudo. Me cuentan de los esfuerzos de la asociación este año por mantener la tradición acompasándola con las restricciones impuestas, y de su éxito a pesar de ello. No está mal. Pocas fiestas han decaído tanto como la que homenajea al patrón de los animales, antaño protagonista indiscutible en todos los pueblos. Ya no dependemos tanto de los animales como en otros tiempos, y tampoco de los santos. 

Fue San Antonio Abad uno de los patrones de los anacoretas, allá por la Tebaida, la egipcia. Y sus restos, después de 105 años de larga vida, acabaron en Francia, por la zona de Grenoble. Allí, un tal Gastón de Valloire, agradecido a las reliquias por la milagrosa curación de su hijo afectado de ergotismo, fundó la Orden de los Hermanos Hospitalarios de San Antonio. Desde entonces el ergotismo se conoció como fuego de San Antón, y los hospitalarios extendieron su labor sanitaria por todo el orbe cristiano. Hospitales dedicados a San Antonio Abad los hubo en muchos lugares, como en la capital leonesa; hoy se encuentra en los Altos de Nava, pero hasta hace justo cien años fue parte del paisaje del centro urbano, junto a la iglesia de San Marcelo. 

Pero San Antón es conocido sobre todo por su patronazgo sobre los animales y su fiesta se celebra el 17 de enero. Tradicionalmente fue puente entre las fiestas navideñas y los carnavales: «Hasta San Antón, Pascuas son» o «En San Antón, carnestolendas son», algo que puede resultar curioso en estos tiempos donde la racionalidad impone una división estricta del calendario. Sin embargo, en las fiestas que homenajean al santo egipcio no faltaron nunca las celebraciones típicas de todo el invierno. Ahí están las hogueras, como la de Villademor de la Vega, con máscaras y danzantes, o coplillas satíricas, algunas populares y otras como aquellas que escribiera Cayetano Álvarez Bardón en la lengua del país: Quiérote tantu, queríu santu/ santu queríu, mieu San Antón/ que se me sanas la mía gorrina/ you te prometu mieu perrón.

Ese nuevo calendario que nos impone nuestra época hace que la fiesta suela celebrarse el fin de semana previo al día 17 de enero. Así hoy se bendicen animales en muchas de nuestras parroquias. También los tiempos traen otras restricciones, en muchos lugares se han suspendido las celebraciones. En otros, como en la capital leonesa, los actos han quedado tristemente mutilados. Esperemos que, en breve, los miembros de la Asociación San Francisco el Real Extramuros pueda volver a celebrar su fiesta al completo, con sus canciones y su emblemática alegría.

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