Diario de León

Alfonso García

La provincia invisible

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«Los nuevos tecnócratas y los recortes encubiertos ponen en peligro el Musac», decía su director en este periódico. Sabíamos por aquellos días que el artesonado de madera del siglo XVI de la Sala Capitular de San Marcos había quedado atravesado por una tubería. Y que pusieron alas al Patrimonio artístico del edificio convertido en hotel y de la Caja que amparó a tantos políticos hasta que acabaron con ella. Y no pasa nada. Vía libre al capricho y el despropósito. Patrimonio y Cultura son activos importantes en esta tierra. Nadie parece recordarlo. Ni siquiera esa Mesa por León de tanta enjundia que no tiene representación del sector, que, al parecer, interesa poco.

León sigue siendo provincia invisible. Cada día más, a pesar de los oráculos domésticos. Estamos a la cabeza de los peores datos. A la explotación del agua y del carbón, con aún graves heridas y paisajes de desolación, se suma ahora el proyecto con esos molinos de aspas y alturas gigantes. Se inyectó dinero público para desarraigarnos, para meternos a la fuerza en ese engendro que solo nos ha limitado y sigue a la cabeza para vilipendiar ahora nuestra montaña, con un leonés al frente. ¿Cuándo se pasará factura a estos tipos que tanto daño han hecho a nuestra tierra, disimulado con amores de pitiminí? Apúntense los de los silencios cómplices, los que tiran la piedra y esconden la mano, los bienaventurados del todo vale y la tibieza… Porque dicen los entendidos —los ejecutores siempre disimulan bajo una armadura de hierro— que el asunto es un atentado contra la fauna y la flora, un empobrecimiento del paisaje con su consiguiente limitación del turismo, un atentado contra la población sin generar riqueza, aunque se mantengan en pie ciertas sospechas. ¿La solidaridad?, argumentan. La solidaridad ha de ser recíproca. Hasta presumen y argumentan sin argumentos de las Reservas de la Biosfera, del Alto Bernesga por ejemplo, y no advierten basureros, vertederos, despropósitos de toda condición.

A estas alturas del partido uno empieza a pensar que aquí habitan todos los dioses de la muerte lenta y pacífica. Es hora de evitar tanta lamentación por esquinas y barras de bar. El futuro es colectivo. Es hora de poner las cartas sobre el tapete, con argumentos pero con dignidad y resolución. Las manos negras se creen inmunes, pero son miedosas. Si no queremos la invisibilidad total: esto es una gran cadena que acabará afectando a todos. Efecto dominó. No lo olviden.

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