Diario de León

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Al oeste lo enterró la literatura cuando dejó que la suplantara la política como intérprete del relato. El abandono de la franja meridional que nos hermana con la tierra que sobrevive al otro lado del cordal de Tras os Montes se cebó con la exhibición de la pobreza de la tierra como un estigma que marcaba a sus habitantes. No había otro futuro aquí más que emigrar. No cabía redención para quien quisiera quedarse, se empeñaron en repetir para adobar las decisiones estratégicas que volcaron la pendiente demográfica del mapa hacia la vertiente mediterránea, hacia los altos hornos vascos, hacia el sumidero centrípeto de Madrid, hacia la centralización autonómica de Valladolid. Todo quedó justificado por el modelo de crecimiento que alejaba el desarrollo. Nada encontró amparo a partir de ese momento en el que el argumento del déficit encontró acomodo en los servicios públicos que debían sostener el territorio. Por entonces, se cerró la Vía de la Plata que ahora, cuando se cumple 36 años del funeral, quieren convertir para siempre en un vestigio que se identifique por los trazos de vía encastrados en la maleza, como mojones de la calzada romana que lo engendró.

La decisión del Gobierno de sacar la Vía de la Plata del dominio público ferroviario condena sin remisión al ferrocarril. El Ejecutivo del PSOE ejecuta la sentencia que dictó en 1985 y que intentó enmendar en 2017, cuando aprobó una proposición no de ley promovida por Podemos para estudiar la reapertura, a la que se opusieron, en ese momento, el PP y Cs. Ni siquiera sirve la atención despertada en las empresas y los operadores privados que han mostrado su interés en aprovechar el pasillo. Las mercancías no les interesan a los responsables de los despachos del Adif y Renfe, endiosados en el lujo y la modernidad del AVE como vehículo de progreso, como elemento de desarrollo que quiere dejar atrás el pasado en el que se quedó el oeste. La renuncia revela además un síntoma de la pérdida de importancia estratégica de León en la red ferroviaria del noroeste, como ya se evidenció con la apertura de la alta velocidad que evita a la provincia en su tránsito hacia Galicia o con el desplazamiento del eje principal del corredor Atlántico para que atraviese por Salamanca hacia Valladolid y Burgos camino de Irún. Cuatro décadas después a León le quitan de en medio otra vez. Quedamos demasiado al oeste de la plata.

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