Diario de León

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La verdad es que con tantas novedades a uno le cuesta discernir el verdadero ambiente en el que nos movemos estos días. El coronavirus ha generado una cantidad ingente de información. Tanta, que, por lo menos a mi, me ha llevado a revisar varias veces el listado de actividades que se pueden hacer en la recién estrenada fase uno. Y, fíjense, que si me lo preguntan en plan examen dudo de hacerme con el aprobado. Voy a seguir repasando a ver si lo consigo antes de que pasemos a la fase dos y tenga que volver a empezar de cero.

Ayer, al tener entre mis manos la portada de este periódico me invadió una placentera sensación de esperanza. Como de paz. Primero, por las palabras que ayer difundió en los medios de comunicación el Gobierno: «Gracias a la responsabilidad y al esfuerzo de todos, hemos llegado hasta aquí. Esa es nuestra fuerza. La fuerza con la que vamos a salir». Y, segundo, por la portada de este diario. Una foto en la que el protagonista era un hombre sonriente levantando la trapa de su negocio, por fin, después de tantas semanas de encierro. Ya saben que una imagen vale más que mil palabras y esa instantánea es de las que infunden ánimo, generan serotonina y tienen el poder de activar muchas emociones en nuestro interior.

Responsabilidad, esperanza, esfuerzo, empuje, ilusión... son palabras que se oyen estos días y que nos van a hacer mucha falta a partir de ahora. Las necesitamos. No sólo recordárnoslas a nosotros mismos como un mantra, también nos hace bien escucharlas. Parece un pequeño gesto insignificante, pero las palabras tienen un increíble poder en nuestra mente que influye directamente en nuestra actitud ante los retos que tenemos por delante. Pueden hacer la prueba. No cuesta tanto y puede darnos mucho a ganar. Hay que recordarlas varias veces a diario. Eso, muy probablemente, nos llevará a actuar. Nos hará un poco más fácil la ardua tarea de mantener bien alto el ánimo, la ilusión, el coraje, la capacidad de trabajar en equipo, bien juntos, uniendo fuerzas para que el camino pedregoso en el que nos ha colocado el virus se torne en un sendero que nos lleve a un lugar no tan malo como el que imaginamos. Será diferente, si, pero a lo mejor puede ser hasta bonito.

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