Diario de León

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Ahora, cuando la segunda ola está descontrolada, toman decisiones más estrictas. Hace una semana no podíamos salir de León. Como los contagios crecen, las UCIs se llenan y las muertes suben y para endurecer las medidas deciden aumentar la movilidad. ¿Alguien lo entiende?. El confinamiento perimetral crece una kilometrada, tanto como ancha es Castilla y León. La ciudadanía está confusa. En medio de todas las señales de alarma lanzadas desde las administraciones, cierres y toques de queda, hay personas que se quejan porque no tienen claro si en el puente de Todos los Santos pueden salir de su Comunidad. No haría falta una respuesta a esa pregunta si la solidaridad individual a la que tanto se apela no fuera, en muchos casos, un cántico al cortoplacismo individual. Independientemente de lo que acuerden, desacuerden, decidan o cuestionen los políticos que hemos elegido para que gobiernen todo lo público, la opción acertada es no ir a ninguna parte. Aunque nos coloquen un puente de plata hay que quedarse porque esta decisión es el mejor homenaje que podemos hacer a los difuntos de esta pandemia en el fin de semana en el que se recuerda a los seres queridos que ya no están. Y aprovecho para volver a reivindicar esta tradición nuestra. Y vuelvo a posicionarme en contra de la colonización de Halloween, que ha desplazado en las escuelas la cultura de los difuntos. «Es una fiesta para que los niños y niñas se diviertan, socialicen y no tengan miedo», dicen los defensores. ¿Cuándo se ha llegado a la conclusión de que no hablar ni normalizar la muerte es mejor para la formación integral de los niños?. Desde muy pequeña he acompañado a mi madre al cementerio, he llevado flores, rezado en las tumbas, encendido velas nocturnas por cada alma que ya no está y convivido con el dolor de las ausencias. Para mí esta noche nunca ha sido una fiesta. Ni lo será. Es lo contrario a una jornada de disfraces. Es la noche de lo auténtico, lo único real. Una cita con las tradiciones, la cultura... y con el Tenorio. ¿Qué frase colocaría en hoy Zorrilla en boca de don Juan?. Aunque la escena más famosa sea la del sofá con doña Inés, yo me quedo con ese estafador al que sólo los difuntos despojan de su superficial bravuconería y afán de seducción con el espanto de la escena fantasmagórica de los que llaman a su puerta convidados a su mesa. ¡Qué pena que los niños y niñas de ahora se pierdan esas enseñanzas!. «Tú eres el más ofendido; más si quieres, te convido a cenar, comendador. Que no lo puedas hacer creo, y es lo que me pesa; más, por mi parte, en la mesa te haré un cubierto poner. Y a fe que favor me harás, pues podré saber de ti, si hay más mundo que el de aquí, y otra vida en la que jamás, a decir verdad, creí» (Don Juan Tenorio).

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