ANÁLISIS

ANÁLISIS El resultado de la huelga podríamos calificarlo de suspenso. El seguimiento que ha tenido se puede medir por el consumo de energía que se ha visto reducido en un escaso 17. Con independencia de los sectores en los que más ha repercutido la jornada de protesta apenas se ha visto interrumpida la actividad. Solo los piquetes informativos colocaban un tono fuera de lo habitual, pero su labor coaccionadora, apenas dió el resultado que estaban buscando y que no era otro que el de suspender la actividad. Episodios violentos fruto del matonismo piquetero se han dado lo cual refuerza el resultado de la huelga. El fracaso total. Nadie ha salido vencedor ni vencido. Todos hemos perdido. La situación económicosocial no era la más idónea para que todo un país se permitiera el lujo de frenar su labor para superar la crisis. Los sindicatos han confundido evaluar su implantación en el seno de la sociedad convocando para ello una huelga general con las vedaderas necesidades de los trabajadores. El resultado no ha podido ser más desalentador para el sindicalismo. Este 29-S marcará un antes y un después para los sindicatos. Esta fecha será el punto de partida para la modernización y adaptación a los nuevos tiempos de un sindicalismo que se retuerce entre las llamas de un fuego que él mismo ha encendido. Todos ganaremos. La democracia ganará. Todo el sistema agradecerá el esfuerzo que tenga que llevar a cabo ya que podrá continuar como instrumento dinamizador de la economía. Lo contrario sería enterrar definitivamente un pilar de la sociedad