¿Cazadores de qué?

Cuanto mayor sea la cantidad de dinero que se interponga entre los sueños para poder ser conseguidos, menor será el grado de impacto que ocupará en nuestra memoria, como un bien de incalculable valor. Cuando veo las patéticas imágenes de esos ‘valientes’ cazadores, que se hacen la foto con animales majestuosos, abatidos a tiro limpio a cambio de unos miles de euros, pienso en la bajeza del ser humano. Animales, cuyos orígenes son muy anteriores a la bestia fusilera que se los carga. Después de su caza, y en un baño de vanidad, ordenarán enmarcar la foto con el trofeo, y de paso colocarla encima de los percheros de marfil, hechos con los colmillos de ese longevo mamífero. Seguramente, los percheros serán fabricados por una gran empresa de marca de postín en decoración. Para lo cual, esos enormes y blancos colmillos, (paseados con ingenuidad) por las selvas africanas, serán insertados en soportes de oro y diamantes. Cazadores de vanidad, donde sus sueños no son otros que, relacionarse con vanidosos acumuladores de trofeos; pagados con grandes cantidades de dineros, tal vez procedentes de paraísos fiscales, y no de paraísos oníricos, donde el dinero en estos casos es sustituido por grandes cantidades de empatía y cariño.