El pueblo fantasma

Como cada verano vuelves a ver a tus abuelos a un pequeño pueblo del Páramo Leones, vas a visitarlos con la misma ilusión que cada año, pero vas viendo cómo se deterioran año tras año, y cada vez necesitan más ayuda. Cuando aprecias ese deterioro te da una sensación de impotencia, rabia y coraje de no poder hacer nada por ellos, porque además, por ciertos motivos, tienes que vivir a una distancia de más de 800 km, y ellos que siempre han vivido allí no quieren irse a otro lugar. Estas personas mayores, como mis abuelos, son la mayoría del pueblo y necesitaban ayuda, consiguieron que se aprobase la construcción de un Centro de Día. Un centro cuya apertura se retrasó más de un año, debido a los problemas económicos del ayuntamiento del pueblo, que no pudo dotarlo del equipamiento necesario a su debido momento. Tras muchos problemas y retrasos, el pasado noviembre se realizó la apertura del centro, pero algo muy grave sucede… apenas 24 personas podrán disfrutar de sus instalaciones, en un horario muy limitado (10:30h a 18:30h) y tan sólo de lunes a viernes. Es muy reconfortante que en un pueblo de tan pocos habitantes se abra un centro de día, pero a su vez es tremendamente angustioso que sólo se pueda atender a 24 personas, cuando las necesitadas son muchas más. Debido a la poca ayuda que se ofrece para la dependencia y los problemas de nuestro país, sufren muchas personas mayores. Cada vez hay menos gente en el pueblo. Ya apenas quedan unos 1.000 habitantes (llegó a rozar de los 2.000, hace menos de 50 años) y con una población muy envejecida, y da pena decir que se está convirtiendo en un pueblo fantasma, pero es así.