Diario de León
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León

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D. Virgilio falleció el pasado Viernes Santo, dejándonos a muchos tristes por su ausencia, pero a la vez esperanzados y alegres porque sabemos por la fe que D. Virgilio no ha muerto y que no se ha presentado ante la llamada del PADRE MISERICORDIOSO con las manos vacías. D. Virgilio Riega Díez fue sacerdote y párroco de Valderas, mi pueblo, durante casi cuarenta años, demostrando día a día su cariño por igual a todos los valderenses, sin distingos sociales ni diferencias entre creyentes y no creyentes. Fue un hombre de natural bondadoso, de carácter optimista, de trato muy fácil, generoso hasta el límite, muy austero consigo mismo como buen montañés que era, servicial para con todos y comprensivo, muy comprensivo y tolerante con los demás. Sacerdote amigo de todos. Trasmitió de forma sencilla su fe en DIOS sobre todo con su ejemplo. Respetaba otras opiniones y nunca imponía las suyas. Sus manos consagradas nos bendijeron a los valderenses muchas veces. Con su voz cascada ya por la enfermedad nos enseñó, nos aconsejó y nos consoló. Él se sentía amigo de todos y amigo de corazón. Convivió con nosotros muchos años, se adaptó desde el primer día a nuestras peculiares maneras y costumbres, nos visitó en los hospitales cuando estuvimos enfermos, nos bautizó, nos casó y enterró, derrochó bondad y amabilidad, fue generoso sin pretender nada a cambio y demostró en sus muchos años de párroco amar a Valderas de la mejor manera posible, es decir, sirviendo a los valderenses. Fue para mi una suerte y una bendición conocerle y tratarle, y estoy seguro de que muchísimos valderenses comparten este sentimiento mío. Enamorado del SANTÍSIMO nos decía: “NO ADOREIS A NADIE, A NADIE MÁS QUE A ÉL” Esta frase aparentemente corta y sencilla referida al Dios en el que muchos creemos podría resumir, en mi opinión, toda su filosofía de vida. Recuerdo escuchársela repetidas veces en sus homilías, en conversaciones informales y también durante las cortas y gratas noches de adoración ante EL SANTÍSIMO en la basílica de san Isidoro. Porque a mi, un buen día, me invitó a ir con él a uno de los turnos de la Adoración Nocturna al SANTÍSIMO en San Isidoro de León y entiendo que con ello no pudo hacerme mejor regalo. Sirvan estas breves líneas de homenaje y agradecimiento público a este sencillo y gran sacerdote.

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