Diario de León
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León

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Sí. Aunque el título pueda parecer un tanto radical, es lo que, desde que empecé a practicarlo, he ido observando a lo largo de los años. Y más aun cuando, en los últimos tiempos, no dejan de aparecer noticias en los medios relacionadas con padres y madres que acaban montando un campo de batalla en los torneos de sus retoños. ¿Qué le está pasando a la sociedad? Y, peor todavía, ¿qué le está pasando al deporte y su esencia? Aquella competitividad sana fundamentada en la excelencia, la amistad o el respeto y educación, dista bastante hoy en día - a mi modo de ver -de lo que algún día pudo llegar a ser. Y, cómo no, detrás de todo ello, como casi siempre, el dinero (que no es poco, como el mundo del fútbol nos trata de recordar constantemente). La avaricia humana parece no conocer fin, lo que explica que esas ganas por tener más y más lleguen a mover en el mundo del deporte una cantidad ingente de intereses en diferentes sectores como el alimentario o el farmacéutico (sí, claro, porque hay sustancias que están permitidas, faltaría más). Si en cualquier gimnasio de barrio podemos ver día a día cómo los suplementos – desde las inocentes proteínas (pobres hígados) hasta otro tipo de complementos- hacen progresar a sus consumidores mejorando estos sus marcas, ¿qué no estará pasando a niveles de élite? Marcas increíbles pero, ¿a costa de qué? ¿Es únicamente el duro y sacrificado entrenamiento el que lleva a conseguir esas metas? Debería serlo, en origen éramos humanos. En origen alcanzábamos marcas humanas, sin aportes extraordinarios. Habló el deportista. Como espectador, paso vergüenza. Padres, madres (y sociedad, en general), pero sobre todo padres y madres: no me he olvidado de vosotros. Muchas veces deberíais aprender de vuestras hijas, hijos, hermanas, hermanos, amigas, amigos… y disfrutar viéndolos practicar lo que les gusta, dejando los circos para los profesionales del sector. Pero la educación es otro tema aparte y los valores empiezan en casa. Que la competitividad sana no sean sólo palabras.

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