Los robots de Alsa
Echo mucho de menos a los antiguos conductores de autobuses cuando yo era niño. Eran personas que te ayudaban con el equipaje, te hablaban amablemente y estaban pendientes en cada parada de si montaban todos los pasajeros. El 27 de agosto, volviendo con mi hijo del Camino de Santiago, durante la parada en Astorga, y por un descuido mío, el autobús se fue de las cocheras con mi hijo de 15 años dentro y yo corriendo a toda pastilla detrás de él (casi lo pillo). De nada sirvieron las súplicas de mi hijo al conductor para que parase el autobús, su padre estaba a escasos veinte metros reventado del Spring Cogí un taxi que me acercó a la estación de autobuses de León y el conductor no mostró la más mínima empatía ni ayudó a mi hijo con las bicis que traíamos desmontadas, adoptando una actitud chulesca que casi me hace perder los nervios, negándose a darme su nombre para presentar una reclamación. Quiero animar a la compañía A.L.S.A. a que empiece con la conducción automática o robótica porque para tener conductores que se comportan como máquinas, que no son capaces de diferencias las normas del sentido común, mejor que lo hagan los robots