Diario de León

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Cuando entramos en este lugar lo primero que nos encontramos es un patio, en el que hay vegetación variada entre flores, árboles y plantas, y lo que se respira sobre todo es paz y tranquilidad. En él conviven personas de edades variopintas, que actualmente van desde los 32 hasta los 80 años, y a pesar de que la mayoría tienen enfermedades mentales crónicas, nunca, en el tiempo que llevo entrando al Hogar San Carlos he oído ni he visto ambiente tenso, ni voces... solo armonía entre sus residentes y palabras y gestos de cariño por parte de todos sus trabajadores. Y aquí es donde quiero hacer hincapié, en sus trabajadores, que son muchos y muchas, y la verdad, es lo que más me impactó de forma positiva cuando entré a conocer esta casa, ubicada en Cuadros. Había mucha gente de uniforme por los pasillos... que no olían a puré, cómo huelen la mayoría de las residencias, y todo estaba limpísimo.

En el Hogar San Carlos trabajan muchas personas, cuidadores, fisioterapeutas, la enfermera, el médico, el psiquiatra, trabajadores sociales, terapeutas ocupacionales, cociner@s, limpiadores, etc, etc, todos ellos al cuidado de los residentes, que son 53. Lo que caracteriza aparte de su profesionalidad, es su paciencia, su cariño, su afabilidad, su dedicación sin miramientos hacia este tipo de pacientes, dicho con otras palabras, su vocación.

Y al frente de todos los residentes y del personal que trabaja en esta casa, se encuentra Olga, la directora, sin olvidarme de Rosa y Pedro Antonio, que son los precursores de la residencia. ¿Qué puedo decir de Olga? Olga es un ángel para todos ellos, una heroína para nosotros, los familiares, gracias a ella, todo en este lugar fluye, realmente no sé si es su segunda casa o su primera, porque pasa más horas en la «resi« que en su casa, y siempre de buen humor, bueno, supongo que casi siempre, porque tendrá muchos momentos de crisis, como cuando le falta personal y por más que busca no encuentra gente para sustituirlos, siempre está pendiente de todos, siempre tiene una palabra amable para todos, un regalo para todos en Navidad, igual está en la «resi» que acompañando a un residente al hospital, en el centro de salud o en Servicios Sociales pidiendo una prestación o ayuda para alguno de los chicos, como dice ella, el caso es que está en todo y en todos lados. Ella se encarga de que todo funcione a la perfección, añadiendo los ingredientes claves, cariño y amor. A los residentes que tienen que ir a consultas o ingresar en el hospital nunca les dejan solos, hasta que llegamos los familiares ellos no se van de su lado, vaya tranquilidad que es eso y para esta labor están Patrick y Dorleta, ellos son todo dulzura y durante las horas que pasan con los residentes les cuidan como si fueran de su propia familia.

Una figura primordial en esta «casa« son «las madrinas», que son las cuidadoras asignadas a cada uno de los residentes, que se encargan de supervisar que tengan todas sus necesidades cubiertas.

Cada día que me levanto doy gracias y pienso que vaya suerte hemos tenido al encontrar este bendito sitio, donde mi madre pasa los últimos años de su vida y es feliz, está cuidada, mimada y atendida hasta la extenuación. Gracias infinitas a tod@s los trabajadores del Hogar San Carlos y compañeros de mi madre que tanto la quieren.

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