Editorial | Una Conferencia de Presidentes con más ‘postureo’ que buena voluntad

El presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, que ejerció ayer en Salamanca de anfitrión en la Conferencia de Presidentes pidió, con muy buen criterio y sentido de la oportunidad, que la reunión fuese de verdad un punto de inflexión que sirviese para avanzar en el concepto de cogobernanza, el diálogo fructífero y alcanzar a acuerdos entre todos.

Con presencia del rey, la histórica cita —que Castilla y León había reclamado como escenario hace un año y que aunó voluntades, sobre todo en la crítica por la ausencia del mandatario catalán, Pere Aragonés— no habrá servido de mucho si no se profundiza, de aquí en adelante, en el trabajo conjunto a que obligó el covid y en cambio se sigue en la línea del trato preferente y asimétrico y las prebendas del Gobierno con determinadas comunidades mientras otras, como Castilla y León, siguen sin ser escuchadas.

Conocida la noticia positiva del incremento de la llegada de dosis a las comunidades autónomas —ya hemos visto de qué manera León ha sufrido en los dos últimos días la escasez de vacunas y la inquietud generada por ello—, lo que cabe esperar ahora es un reparto justo y ponderado de los fondos extraordinarios del Plan de Recuperación —10.500 millones a lo largo de este año— que permita, en primer lugar, mantener los servicios públicos. Pero también, y en este caso la asimetría tiene que ser una variable muy valorada, que cambie la inercia de las políticas públicas y favorezca a los territorios más despoblados y envejecidos, y para los que la dispersión supone un problema añadido.

Deja la reunión de esos presidentes el sabor agridulce de que realmente no mostrasen voluntad de ponerse de acuerdo en cuestiones sustanciales y aireasen sus peleas sin intención de resolver los graves desequilibrios territoriales que tan bajo nos han hecho caer a algunos de ellos.