Editorial | El covid exhibe el desequilibrio entre la promesa política y la realidad de la calle

Han pasado más de 18 meses desde que estalló la crisis del covid, un problema sanitario que desembocó en un auténtico tsunami que dañó la económico. Los perjuicios no pueden ser más evidentes. En todo tipo de órdenes, aunque quizá el eslabón más débil, el de las pequeñas empresas y autónomos, es el que menos capacidad ha tenido para asumir las pérdidas y afrontar el futuro. El número de unidades productivas que no han podido soportar la crisis es terrible. Y entre los que sí lo han hecho existe un enfado notable y una desconfianza hacia los poderes públicos totalmente comprensibles.

Han sido incontables las ocasiones en las que desde las instituciones se han anunciado medidas de apoyo. Pero la realidad poco a poco va poniendo a cada uno en su sitio, y de lo comprometido apenas ha llegado nada a la calle. En el caso de los ayuntamientos se están desvelando situaciones nada justificables como el incumplimiento de iniciativas concretas, por ejemplo, hacia las terrazas de la hostelería. Pero el balance con respecto a las ayudas directas que habían sido reiteradamente ‘vendidas’ por el Gobierno central es paupérrimo. En la provincia de León un 90% de los autónomos ni siquiera han podido presentar su solicitud para conseguir una subvención por los criterios tan restrictivos aplicados. Al final resulta que cuando acaba la propaganda llega el frío de la cruel realidad.