Editorial |Un otoño crítico para pymes y autónomos

El otoño de la recuperación de la pandemia del covid va a ser un vía crucis para los autónomos y las pequeñas y medianas empresas que se enfrentan a una factura eléctrica disparada y a una inflación en cotas que sitúan a la provincia de León en la cabeza del país. Son cifras que elevan los costes a niveles inasumibles para los pequeños negocios —sólo de la luz, mil euros más al mes de media—, que deben además hacer frente al aumento de los tipos de cotización y de los gastos de los asalariados. Ante la oleada de pagos, la nada, pues nada se sabe de los 7.000 millones de euros que comprometió el Gobierno central para suavizar la crisis de estas pymes. Nueve de cada diez tienen vetado el acceso a las ayudas porque no cumplen unos requisitos incomprensiblemente restrictivos. Rebajar el umbral de pérdida de ingresos del 75% al 40% para acceder a las prestaciones extraordinarias es una reivindicación constante del sector, que exige además que se incida en la agilidad y eficacia de las medidas. Con la pandemia en niveles mínimos, la estrategia ahora debe ser sostener a las pymes y autónomos que han logrado sobrevivir a lo peor de la crisis para que no se hundan en la recta final del camino. Los sectores más afectados, como hostelería, comercio o turismo, necesitan atención constante por parte de las administraciones, con mecanismos accesibles para poder evaluar la situación de casos críticos que aún tienen la oportunidad de mantenerse antes de que sus posibilidades naufraguen en medio de la burocracia.