Una ‘ronda’ al norte de León como desahogue
En el norte de la capital existe una carencia conocida en las comunicaciones, al no hacerse hecho realidad los proyectos de ronda anunciados en distintos momentos. Existe un punto negro en el barrio de Cantamilanos, con una glorieta que fue diseñada con unas dimensiones muy reducidas, y que cada día se convierte en un cuello de botella incapaz de distribuir los coches que circulan en las diferentes direcciones. Frente a un conflicto así, parece razonable que se busquen alternativas. Incluso para hacer frente a momentos con especiales complicaciones, como el que se generó con el cierre de la AP-66 al derrumbarse una ladera. La iniciativa de Tráfico para que se empiece a utilizar el vial ya construido que comunica la N-630 con la entrada de Carbajal de la Legua debería ser escuchada y analizada por las administraciones implicadas. El éxito de las rondas, como mejor fórmula para calmar el tráfico en las ciudades, tiene en León un ejemplo de primer nivel. Aquellos tapones permanentes en lugares como el Crucero, la zona de Michaisa o Fernández Ladreda forman parte de la historia ‘negra’ del tráfico en la capital, que se terminaron al abrirse las rondas del este y sur. Pero el norte sigue siendo la asignatura pendiente y sería bueno aprovechar las oportunidades disponibles.