Diario de León

Creado:

Actualizado:

Los fogones leoneses siguen cosechando éxitos, ya sea en la vanguardia de las estrellas y los soles, ya en el arraigo en la tradición y la solera. Incluso, por la parte de genética que pueda tocarnos, en el triunfo de la herencia pescadera arriera que desembarca en el mítico Lhardy. Aunque el triunfo mayor de los hosteleros hoy, los de relumbrón y los más modestos, es sobrevivir al cerrojazo de la vida social, y no perder la ilusión para encontrar la forma de que otros la recuperemos sobre sus manteles.

Que esta es tierra de buena mesa lo sabemos. Que el potencial de sus productos se consolida, y crece el de sus cocineras y cocineros con sus novedosas propuestas, también. Que hay deudas que estaría bien saldar, por bien nacidos o por vergüenza torera, tampoco puede ocultarse. Estos días recordaba con el incombustible Marquitos, que está de nuevo de celebración con su saga, a su querido (y mi querido) Carlos Cidón. Lo que supuso para la cocina leonesa y lo que habría alcanzado si no se nos hubiera ido tan pronto.

Lo que aportó para poner a León en una nueva dimensión del mapa gastronómico iba mucho más allá de aquella histórica estrella que hizo creer a muchos que la vanguardia también era posible aquí. Tanta pasión y lucha por los productos locales como entrega. Tanto reconocimiento entre la excelencia del todopoderoso cluster vasco como generosidad para cuantos acudían a él. Cuentan que alguna vez recorrió la noche leonesa al cerrar su Vivaldi para amanecer en los fogones de otro restaurante que no hallaba cómo dar forma a sus ideas, y regar otras cartas con gotas de su talento. Como es sabido también que su ilusión era haberse hecho con el antiguo cuartel de policía de la Plaza Mayor para crear una gran y vanguardista escuela de hostelería, que hubiera sido un revulsivo para León. No fue posible porque quienes ya entonces conducían a la caja de ahorros al precipicio le negaron un crédito similar al que algunos de ellos gastaban en cosas más cuestionables, y que desde luego ningún rédito han dejado por aquí. La miopía de aquellos próceres, por mala fe o por ignorancia, si es que la segunda no es acaso más lamentable, algún día tendrá que ser revisada. Como la figura de Carlos Cidón, y un reconocimiento que reivindique lo que fue para tantos. Más allá de la escuela de hostelería municipal. Carlos, desde donde estés, ilumina tu estrella (la de la rueda no, la otra) y guíanos

tracking