Ignorante y chulo

D e Toni Cantó puede decirse que es toooonto hasta dar contra la pared de enfrente. Ancho quiso quedar declarando que la conquista española en América «liberó a miles de personas de un poder brutal, salvaje y caníbal»... y que no se explicaría de otro modo que sólo unos cientos de descubridores- liberadores  colonizaran todo aquello si no fue con la disposición de los indígenas a verse liberados de tanta calamidad totalitaria... y que lo prueba el que España fue la primera en «autorizar los matrimonios mixtos, llevar universidades y conceder a los indios los mismos derechos»... concluyendo que se sentía muy orgulloso de toda nuestra historia y de la alta misión de la Iglesia... y mucho más si se compara eso con lo que se hizo en Estados Unidos. Punto redondo. Como Blas.

Ancho, anchísimo, todo un par echado a envite... aunque en la pura línea de su jefa, Ayuso Maribel, echándole así un quite el tío Pamplinas para agradecerle ese chiringo suyo del español, de lo español, de la españolidad hispanitaria y del españolismo mundial... qué bárbaro... no sabría decirse qué es más ancha, si su ignorancia o su chulería... ¡¿mismos derechos los indios?!... ¿qué historia ha leído -o no ha leído- este actor que sólo es un actor acostumbrado a cambiar de papel?... recuerde solamente que hasta bien avanzada la conquista, y sólo gracias a la persistencia de teólogos salmantinos ante reyes y papas, no se reconoció que los indios tenían alma, de modo que así eran criaturas menores de Dios, brutales salvajes sin mayor consideración moral que un jabalí o una vicuña... y de sus flechas se rieron las corazas y los arcabuces del «libertador». Resumido: Toni Cantó ha querido pecar de ignorante, lo que a veces podría disculparse, pero a la vez también chulo, y esto hace imperdonable su delito como hombre público. He de contarle mi descubrimiento de la Conquista en 1968, cuando los jóvenes parisinos descubrían también el mar debajo de los adoquines. Fue en Caleruega, de la boca de un viejo dominico que escribía sobre Fray Bartolomé de las Casas... vaya que se lo contaré.