Diario de León

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Como mandándome de un guantazo sesenta años atrás, exactamente sesenta, vino una noticia de Santander resacando de arcón de las vergüenzas a la España tridentina que apiolaba reformadores, sucesora de la España matamoros, heredera a su vez de la España matagodos que sucedió a la España matarromanos. Siempre le aparecen dueños exclusivos a la Hispania nostra haciendola cosa nostra.

En el barrio santanderino de Peñacastillo tienen los evangelistas una iglesia, que no parece tal al quedarse en discreto bajo comercial de bloque de viviendas donde alojan su sede y liturgias, y en cuyas ventanas aparecieron el día de Navidad treinta ratas muertas con cartelas diciendo «Cristo, María y España. Fuera ratas protestantes y luteranas» o «Dios no murió en la cruz para alimentar ratas como tú» o «España católica, apostólica y romana, fuera ratas luteranas» (quizá fue casualidad que ese mismo día otros valientes llenaran también de pintadas nazis el cementerio que los judíos tienen en Madrid). Treinta ratas como las treinta monedas que costó la traición de Judas. Y lo que ya parecía inconcebible vuelve concibiendo amaneceres de la ultraderecha más paleta, vocinglera y cobarde. Y ratas muertas.

Sesenta años atrás, al pie de las escalerillas de los Maristas, había también un exiguo local ciego de ventanal y puerta y sin signo exterior que delatara ser la única iglesia de los protestantes en esta ciudad. Alentados por un catequista obtuso de Acción Católica que nos decía horrorizado que los protestantes odiaban a María y su virginidad, allí acudíamos la chavalería (tenía yo ocho años) para romperles los cristales del altillo tragaluz y pintar con tiza en enormes letras «Viva la Virgen», considerando que esto les torturaría en su aberración. Naturalmente, estas cosas se aplaudían y no aparecían guris ni nadie que impidiera aquel odio tan bien cultivado en la inocencia infantil. Eran nuestras «mañanitas de cristales rotos». Y sesenta años después, aquí revive el vivalavirgen que jalea y paga el ultracatolicismo fachorro y tarao tan rendido hoy a los voxeadores.

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