Diario de León

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Dicen que una imagen vale más que mil palabras. Lo podríamos debatir durante horas. Porque a veces ocurre que una palabra lo dice todo, porque contiene la imagen. Earth. Tierra. Rubén Sánchez. Ruben.earth. Alguien que firma así merece al menos una segunda reflexión, una segunda mirada. Para ver más allá de lo evidente. Porque contiene una declaración.

Sucede a veces que algunos fotógrafos te dejan sin palabras, aunque no en silencio. Porque remueven algo dentro. Te colocan ante la evidencia. Ante la íntima sospecha de que todo es posible, de que tantas veces es sólo cuestión de distancia, de kilómetros, de estar en un lugar o en otro, quizá simplemente de suerte. Nos colocan delante. Un examen de lo que somos, de lo que hacemos.

Hay fotógrafos que son corresponsales de guerra. De otra guerra. De esa que se libra por la supervivencia del planeta, una batalla que ha quedado solapada por la pandemia de un coronavirus, una contienda que se libra sorda y sostenida desde hace décadas, la de la destrucción de lo que nos rodea. A veces no la muestran. Captan sólo lo que queda, lo que ha resistido. Lo que se mantiene. Pese a todo. En difícil equilibrio.

Hay fotógrafos que son activistas. Del planeta. Y a la vez de la vida de los pueblos. Son su resistencia. Porque han elegido que nada sea excluyente, que nada les sea ajeno. Huyen de la contaminación. De todas las contaminaciones. Y nos llevan a lugares a los que jamás podremos ir. Nos muestran otras realidades que no vivimos pero que suceden. Nos hieren. A veces lo hacen con la belleza como instrumento. Es, tal vez, lo más inquietante. Que esa sea su arma. Que sea ese su poder.

Así es la Tierra que fotografía Rubén Sánchez. Una mirada al universo y también al territorio más cercano, el terruño. Muestra este planeta en el que vivimos en toda su magnitud. Desde las antípodas o en este pedazo más próximo que pisamos cada día, nuestra propia tierra, su montaña. Con el silencio sordo que uno intuye que es en el que se mueve la galaxia.

Un enigma cuando sucede. Cuando una imagen, sólo una, lo contiene todo. Un instante que no es efímero. Fugaz y perdurable. Una razón para esa lucha. Para proteger el lugar en el que vivimos. Para sostener una ofensiva que hay que ganar, que se libra en nuestra propia casa, aquí, bajo la bóveda celeste. Que nos concierne a todos.

Hay fotógrafos que están en la tierra pero miran al cielo. Que se pierden a saber dónde pero dejan que nos encontremos.

Hay fotógrafos que se preguntan cuál es la misión. Y tal vez sea esa. Qué haríamos sin ellos. No podríamos escribir ni una palabra.

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