Diario de León
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Fuego amigo | ernesto escapa

U n intervalo de pocas horas ha separado el funeral de Amando Represa en Silos y el reconocimiento a Concha Casado con el Premio Castilla y León de Restauración y Conservación del Patrimonio. Dos insignes maestros cuya aventura intelectual se cruzó más de una vez, en estancias de próspero encuentro. Hace un par de décadas tuve la suerte de contar con ambos para un compendio de la historia, la geografía, el patrimonio artístico, la arquitectura tradicional, el folklore y las costumbres de sus respectivas provincias (Valladolid y León), comarca a comarca. De aquel proyecto, a la postre malogrado como tantos, quedaron sus dos libros, escritos con sugestiva y penetrante sencillez. Es verdad que supieron interpretar también entonces la clave de la alta divulgación con la soltura y claridad que proporciona la sabiduría, sin arreos empalagosos ni máscaras de innecesaria erudición. Por eso, recuerdo su ejemplo con especial gratitud. Pero me amolaron el invento, porque a partir de ahí los intentos de seguir con la colección se fueron malogrando por la incapacidad de los ilustres convocados para divulgar sin espantar. Ahora, al cabo de los años, el azar me los trae de nuevo juntos.

Don Amando se despidió vencidos los noventa, con una trayectoria intelectual orientada a quitar el polvo a la historia. Sus diecisiete años al frente del Archivo de Simancas le permitieron deleitarse con los grandes investigadores, como Carande, Felipe Ruiz o Braudel, y comparar su talante generoso con el peligro y la cicatería de los colegas locales. Era pariente remoto del historiador y ganadero de reses bravas Modesto Lafuente y a mí me facilitó el acceso al relicario de manuscritos y recuerdos, que guardaba en Mayorga su biznieta Lucila Marín. Jubilado prematuramente, como sus coetáneos Alarcos o Santiago de los Mozos, el creador de las Edades del Hombre, José Velicia, le encargó la coordinación de la segunda muestra, celebrada en Burgos.

Concha Casado ha ido trenzando su fecunda jubilación con libros, exposiciones e impagables museos comarcales que jalonan la provincia de León. Desde el lejano mojón de la tesis doctoral, dejó clara su predilección por la postergada Cabrera, donde estudió la singularidad del habla, alertó de la existencia de los canales romanos usados como caminos, puso en valor sus tradiciones y contribuyó a rescatar una arquitectura en derrota larga y severamente despreciada. En estos años, impulsó una modélica red de museos (Encinedo, Jiménez de Jamuz, Val de San Lorenzo), ha ido difundiendo el patrimonio monástico, la indumentaria y artesanía, después de mostrarnos el retrato que nos hicieron los viajeros.

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