Diario de León
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Al margen | fermín bocos

C elestino Corbacho, ministro de Trabajo, tiene un plan. De pensiones. Un plan de pensiones privado. Nada habría que objetar a tan previsora cautela, si no fuera porque, no ha mucho, el propio Corbacho criticaba a quienes defendían la oportunidad de concertar dichos planes habida cuenta de que la jubilación conlleva una mengua en la cuantía de las retribuciones.

El señor Corbacho y con él otros dirigentes socialistas han denostado de manera un tanto ligera los planes privados de pensiones. A mi juicio, se trata de un argumento demagógico para defender el sistema público. ¿Por qué? Pues por la sencilla razón de que ambos sistemas son compatibles. Tan es así que, pese a la penalización vía impuestos decidida en tiempos del primer mandato de Pedro Solbes, en España cerca de 11 millones de ciudadanos tienen concertado un plan de pensiones privado ( 8,73 millones son individuales). Lo cual, no quiere decir, ni que desconfíen de la salud de la Seguridad Social ni que tengan la intención de renunciar a su trabajado derecho a cobrar una pensión así que lleguen a la edad de jubilación.

Dice Soraya Sáenz de Santamaría, lideresa parlamentaria popular, que las declaraciones de Corbacho generan alarma entre los pensionistas porque dan a entender que peligra el actual sistema público de pensiones. Quizá exagera la parlamentaria, pero tiene un punto de razón. Baltasar Gracián recomendaba el silencio como única fórmula para gobernar las palabras. Antes de verano, así que concluya la presidencia española de la Unión Europea, parece que el señor Corbacho podría disponer de más tiempo para leer al sabio aragonés.

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