Diario de León
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El rincón | manuel alcántara

La necesidad del recorte era ineludible según el criterio de nuestros cerebros económicos, entre los que abundan los descerebrados, pero ahora estamos discutiendo el empleo de las tijeras. Habría que haberlas mucho usado mucho antes, pero en la agobiante actualidad lo que urge es saber por dónde vamos a pinchar y cortar. Las tijeras, «pájaros de las peluquerías», que dijo Pablo Neruda, son un invento ingeniosísimo. ¿Qué hubiera sido sin ellas de algunos cantantes y de no pocos políticos que sólo se desmelenan hasta cierto punto? Si el recorte es demasiado alto, a la altura de la entrepierna, obligaría a los españoles a los que les recortaran las patillas a andar apoyados en los genitales y ya sabemos históricamente que así no puede llegarse demasiado lejos. ¿Hasta dónde nos van a recortar? El presidente Zapatero, según dicen, impondrá el modelo austríaco, que empieza a llevarse mucho, pero desfilan otros por la pasarela. Si no hay pacto para la reforma social el señor presidente se saldrá con la suya, que ojalá sea la nuestra. En cualquier caso le quedan pocas salidas. El Ejecutivo acaba de reconocer que el recelo hacia nuestro país ha duplicado en un mes el coste que teníamos previsto para colocar nuestra deuda.

Quienes tenemos un problema óptico que nos impide verlo todo negro confiamos en que siempre puede encontrarse una solución. A veces es la menos mala de las que se nos dan, obligatoriamente, a elegir. Hay que acertar con ella, ahora que Europa decide por fin frenar las prácticas especulativas en los fondos de altos riesgo. Lo que más nos importa a nosotros son las tijeras. Entre sastres no se cobran las hechuras, ni siquiera al señor Camps, al que el Supremo atribuye «numerosos indicios de cohecho». Cuidado con las tijeras. Son el único utensilio donde sus dos alas, a la izquierda y a la derecha, se ponen de acuerdo para clavarse.

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