Diario de León

Crónicas bercianas

¿Vuelve Ismael al ruedo?

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R. Arias
León

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Son sólo siete los vecinos en Mosteirós, la aldea de la que brotó el diabólico fuego que ha abrasado mil hectáreas de monte precioso y los jabalíes y corzos que hacían las delicias de las escopetas del Bierzo Oeste. Pero cuando le pregunté a un parroquiano si conocía al trastornado que lo había prendido, me respondió tan ufano: «Aquí hay muchos de esos». No supe si se refería a los otros seis o si como el resto sólo trataba de encubrir a su pedáneo por respeto, temor o por una malentendida solidaridad. Haría falta ser un tahúr del Mississippi para interpretar lo que está ocurriendo en la costa del Sil este ardiente verano. Y no me refiero a lo acaecido en Mosteirós, topónimo paradójico e idéntico al de una villa caboverdiana de la volcánica Isla do Fogo. Sino a lo que acontece en otros terrenos comarcanos más farragosos.

El director de la Ciudad de la Energía, el señor José Ángel Azuara, llegó a Ponferrada luciendo bronce y se marcó un buen farol. «Yo soy el director de la Ciuden». Y añadió: «Y no puedo decir más». Como los presentadores del entrañable Un, dos, tres antes de destapar el coche o la Ruperta: «Y hasta aquí puedo leer». A sus partidarios les debe haber quedado la incógnita de si no se habrá dado el lujazo antes del cese de irse con toda la corrección política posible y presentando la licitación de treinta y ocho millones de euros del Museo Nacional de la Energía. A sus detractores debe corroerles la duda de si el tipo es tan chulo que teniéndolo todo tan atado para seguir en el cargo ha interrumpido sus vacaciones sólo para amargarles agosto. Yo no apostaría ni por lo uno ni por lo otro. Todo lo contrario que por el candidato del PSOE en Ponferrada. Hay quien piensa que lo de Folgueral es un tiro al aire. Y quien sueña con la tomasgomización. Pero yo apostaría por el arquitecto y no por unas primarias, porque las familias ya deben haber pactado a estas horas que no haya ruido en la nanoagrupación socialista. No tanto porque resultaría un suicidio perder la poca sangre que le corre al partido en la ciudad, como porque a los cabecillas del grupo municipal ya les podrían haber prometido un escañito en Valladolid o algo así.

En esta coyuntura pareciera que a Riesco le colocan de nuevo la alfombra roja hacia la alcaldía. Pero yo tampoco me jugaría muchos cuartos por su sosiego. Sobre todo si el mismo amigo que hace unos tres lustros que anticipó que Ismael Álvarez sería el candidato del PP sigue guardando tanta afinidad con el ex alcalde como para que, entre caña y caña, le certificase que volverá al ruedo entre octubre y noviembre. Entonces el calor de este verano podría ser propicio hasta para la cría de pingüinos.

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