El toro de la Vega de Tordesillas

Los conceptos del bien y del mal son comunes en todas las culturas, en toda latitud. Hay cosas que nadie, con un mínimo de formación y de sensatez, podría defender: la maldad, el incesto, la traición, el cainismo... son ideas universalmente negativas. La crueldad, por ejemplo, no tiene anverso positivo: es gratuita, antiestética, estéril. en el caso de una tradición primitiva como la del toro de la Vega de Tordesillas habría que replantearse la continuidad de una costumbre que se sostiene por orgullo patriotero y se celebra, de manera vergonzante, en medio de una polémica interminable. El ganador de este singular combate le contará a su hijo que la más importante hazaña de su vida fue matar a un animal indefenso en absoluta desigualdad de condiciones. ¿Qué le desmostrará con ello? Incomprensiblemente, este año hubo mujeres que querían participar en esa barbarie.

Se presume que el litigio va para largo, quizá no se consiga acabar con otra de las «señas de identidad» que nos caracterizan como la España profunda. Por mi parte he decidido hacer un boicot pacífico a la economía de Tordesillas: ni un café, ni una parada turística, ni en una gasolinera de la zona. No quiero colaborar en esa aportación a la cultura planetaria que se realiza en el pueblo castellano.