Diario de León
Publicado por
rafael martínez simancas
León

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M ás que la cifra, (muy ancha), lo notable es el bulto: en los últimos meses tanto Cáritas como Cruz Roja han duplicado el número de personas a las que dan asistencia porque carecen de bienes de primera necesidad. El sistema es como un viejo barco, tolera navegar con una cierta carga de agua en sus bodegas sin que se vaya a pique, pero nadie garantiza que pueda cruzar un océano, el riesgo de desafiar a Arquímedes se paga caro. Y quien dice Arquímedes puede pensar en Keynes. Otra cosa es que nos acostumbremos a la situación actual, resignados a que las cosas deban de ser así.

Y, en mitad de esta crisis que es tanto económica como de valores, una estrella de la canción aparece vestida con un vestido de filetes de vaca; sencillamente una provocación, como esos personajes que se prendían los puros con billetes de mil pesetas, -”cuando había horteras de esa calibre y billetes de mil con el rostro de los Reyes Católicos-”. Uno de los signos de la decadencia son señores que presumen de riqueza extrema.

En paralelo a este abandono social cabalga un pasotismo hacia lo inmediato, las soluciones son siempre a futuro: lejanas e inalcanzables. Hoy no toca, -”toca otro día-”, en mejor ocasión, cuando las condiciones cambien, cuando pase la borrasca, cuando las ranas críen pelo, cuando los tomates tengan orejas, cuando los pobres se harten de comer. Es decir, nunca, pero «nunca» del verbo «vamosadejarloparaluego». Somos peritos en futuros inalcanzables que hacen bastante repugnante el presente que nos toca. Al aplazar la resolución a los conflictos de primera necesidad que tienen nuestros semejantes lo que hacemos es condenarlos al abandono, -”y de paso dejar claro que no son «nuestros semejantes»; la crisis ahonda en las diferencias-”.

Da mucho que pensar que las mayores aportaciones a Cáritas sean de personas que dan cinco o diez euros, personas que no son boyantes empresarios precisamente. El rico benefactor no existe, o en todo caso prefiere no recortar gastos de lo que él tiene como asuntos esenciales: el club, el ambiente, sus amigos, su distancia conquistada.

De una manera extraña hemos renunciado a mejorar el presente porque en el futuro están las promesas, los cambios, las elecciones. La única manera de aliviar es ponernos en manos de las encuestas que nos proyectan un escenario mejor; si lees algunas encuestas parece que estás de visita en el piso piloto de una urbanización de lujo.

El presente es incómodo porque es irrenunciable, en cambio el pasado se puede justificar y con el futuro hacemos moldes de escayola que nos decoran la conciencia de una manera muy particular. Eso sí, no quitan el hambre porque no parece que eso tenga mucho interés.

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