Diario de León
León

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El lenguaje político es un sublenguaje. Dar las gracias quiere decir vótame; buscar un punto de encuentro se traduce en sacar un rendimiento propio o para el partido que representa; escuchar al ciudadano se entiende como generar una necesidad para justificar el miembro… Una perversión del eufemismo. La reinterpretación del adolescente célibe que invita a bailar como camino más recto hacia la cama. La utilización del diálogo de Los Lunes al sol en el que Bardem le explica a su compañero el significado de antípodas: anti—podas, locon—trario: allí hay trabajo, aquí, no; allí follas, aquí, no… La identificación del código sirve para entender lo que la Junta ha nominado como Plan de Convergencia. Una idea parida como el maná que acabaría con los jirones de la colcha de patchwor en la que a los padres del estado de las autonomías les cuadró atractivo juntar un león con un castillo.

Por encima de consideraciones sociológicas y culturales, que pretenden resolver en un párrafo del preámbulo del estatuto de autonomía la digestión de deglutir 1.100 de historia leonesa en poco más de un cuarto de siglo, se generó como un amago de chequera. Se anunció un presupuesto de 300 millones de euros para las zonas más atrasadas de la Comunidad y se empezó a negociar. Al PP le vino bien concitar al PSOE a la mesa, confiado en que trajera segundo plato y postre de la Moncloa; y a los socialistas les interesó que tuviera un escaparate Óscar López, que todavía parece el primo segundo que vuelve para la fiesta del patrón y no le conoce ni el abuelo. La escena ha derivado en un entremés con poco más o menos de 150 millones, en el que lo mismo caben los proyectos que ya iban en presupuestos ordinarios y se prometieron en el anterior mandato, como la carretera de Pinos, que la financiación para el coche eléctrico en Valladolid y Palencia. Más o menos, lo mismo que sucedió con los fondos Objetivo 1 de la UE: aquellos que Europa daba para que los territorios más atrasados superaran el nivel de desarrollo y que, a fuerza de invertirlos en Burgos y Valladolid, terminaron por tirar del indicador global de la Comunidad tan hacia arriba que el resto se quedó con los pies fríos, sin opción de entrar en la convocatoria de ayudas que no había llegado a ver.

El cuento recuerda a las arengas de aquel entrenador de fútbol de juveniles que antes de salir resumía su filosofía de juego en dos ideas: en defensa, los espacios convergen hacia dentro; en ataque, los espacios convergen hacia fuera. Aquí lo que se lleva el DyU: Divergencia y Unión.

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