Alarma, claro

El Gobierno prorroga hasta el 15 de enero el estado de alarma, que es el último e inquietante recurso de un Gobierno desnortado cuando no tiene ni puñetera idea de cómo resolver un conflicto. Pero a nosotros, los de aquí, nos da igual. Primero porque ya nos gustaría que nos afectase a tope una huelga de controladores ya que eso significaría que tendríamos un aeropuerto de los de verdad, con sus aviones y sus decibelios, sus azafatas paseando por Ordoño, sus pasajeros nerviosos y esas cosas. Y segundo porque aquí ya estamos hace tiempo en estado de alarma.

Ya me dirán si no estamos a un paso de la manu militari al otear el horizonte. No sólo no hay forma de sujetar al fantasma de la despoblación sino que áreas que durante muchos años fueron nuestros «polos industriales» más activos y generadores de riqueza, es decir, las zonas mineras, están dando las últimas bocanadas. En Laciana se han tenido que leer siete veces el titular que ayer presidía la primera página de este periódico pero seguro que aún hay quienes piensan que todo ha sido un mal sueño: cierra el pozo Calderón. Allí se vivió, no sólo una historia cotidiana de trabajo duro y anónimo, sino que en sus entrañas se forjaron algunos de los capítulos más relevantes de la resistencia de los mineros a que se pusiera fin a su modo de vida. Allí nació la gesta de la primera Marcha Negra y allí aguantaron -˜los ocho de Calderón-™ durante 52 días mientras sus compañeros caminaban hacia Madrid.

Insiste la empresa, el grupo Alonso que prácticamente monopoliza hoy la actividad minera (lo que queda de ella), que es una medida provisional, transitoria, pero ya nadie se cree nada en la patria del escepticismo. Este año ha sido golpe tras golpe y el último es el grabado en la lápida del año de la defunción: 2018. Dice el Gobierno a través del inefable Miguel Sebastián que tranquilos que hay tiempo para buscar alternativas, que hay que concentrarse en el nuevo Plan del Carbón, pero todo eso suena a villancico navideño y a artero aguinaldo. Lo cierto es que los Reyes Magos traen negros presagios en forma de Eres y de procesos concursales que es como se llama ahora, en estos tiempos de bobos eufemismos, a las quiebras puras y duras.

La realidad, en fin, es que hay mucha gente que está buscando salidas para asegurar la supervivencia de sus familias. Gente que confunde en sueños el casco minero con el de guerra. Cosas que ocurren en los estados de alarma.