Diario de León
León

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L a Diputación es un organismo feudal. P or su propia naturaleza ha asentado los privilegios como antaño se fortalecían unos condados en detrimentos de otros por la afinidad de los reyes con los condestables. Núcleos que, alrededor de los muros de los señores, crecían como los berros cerca del caño de una fuente; más allá, el erial se pegaba con las peñas para solaz de quien extendía una mano y le aparecían cien vasallos. No ha cambiado tanto el mecanismo de funcionamiento, que amenaza con llevarse por delante las estructuras válidas -”que las tiene-” de una administración que se ha perdido en las luchas intestinas de villa y corte. Qué paradoja que una institución que tiene en sus manos los designios de las poblaciones de menos de 20.000 habitantes casi siempre haya estado abandonada al mando de un prócer de la capital.

A la paisanada se le hurta el conocimiento de su influencia en una suerte de despotismo ilustrado que llaman elección indirecta: en función de los votos, cada partido judicial, según su población, tiene derecho a un número de representantes. Pero ni siquiera queda explícito quiénes serán los que representen a su comarca en el Palacio de los Guzmanes. Esa decisión queda reservada para que los rectores de los partidos primen la sumisión a las órdenes generales, el pago de los favores de quien ha sabido ser servicial con el señor, de las vedettes y, en el menor de los casos, de quien figura como un mal menor a la alternativa de la pérdida de votos. Cotas de poder en las que primero comen los propios y luego, entre los ajen os, se rapiñan las sobras los que están sentados cerca de la mesa. Raro es el municipio que ha evolucionado lejos del ascua de un diputado que gobierne o esté abandonado al calor del pesebre de la oposición. Tan extraño como el yermo que han extendido en su área de influencia. Sólo hace falta mirar hacia Boñar, donde el 2 de enero se acabará la mina de talcos y quedará con poco más que un portero el polvorín de explosivos -”más de un centenar largo de familias, las dos únicas industrias de la zona-” sin que ningún partido se haya molestado en levantar la voz para reclamar una alternativa, pese a la abundancia de señores con poltrona en el palacio de los gañanes. Para ese coto ha vuelto a postularse Isabel Carrasco si el PP repite mayoría. Nada se sabe del PSOE. Ladinos, los socialistas amagan. Le sobran vasallos al señor.

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