El León que está por venir

La emoción y el sentido de la trascendencia con que los leoneses vivimos la apertura definitiva del paso a nivel del Crucero, que sobre todo supuso el derribo del muro intangible que ha estrangulado la convivencia de la ciudad durante más de un siglo, y la inauguración de la estación provisional del tren, que nada menos que anuncia la inminencia de la llegada del AVE, no debe impedir una reflexión -"una más-" sobre el camino recorrido y el que queda por andar. La inmediata prolongación de Ordoño II hacia el oeste, alfombrada sobre el trazado viario con una gran carga de simbolismo, abre la puerta al León que está por venir. Bajo él se extenderán más de 2,6 kilómetros de línea ferroviaria soterrada, que supondrán una inversión de 266 millones de euros, y se construirá una estación soterrada accesible desde la prolongación de Lancia y comunicada con la de autobuses. La integración ferroviara también prevé el traslado de los talleres y la construcción del Centro de Regulación y Control (CRC) de todo el tráfico del cuadrante noroeste de la península.

Y, sobre todo, un plan de urbanización de un millón de metros cuadrados de terreno con una previsión de construcción de casi seis mil viviendas -"un tercio de ellas en régimen de precio público-" y la reserva de amplios espacios para usos sociales, servicios públicos, comerciales, de ocio y áreas verdes. La ubicación allí del Palacio de Congresos levantado sobre el testimonio de la vieja azucarera y la apertura de ese acceso directo desde la plaza de Santo Domingo desplazará el centro de gravedad de la actividad ciudadana.

Sólo una amenaza se cierne sobre ese horizonte de desarrollo: la crisis ha quebrado las previsiones de financiación, en buena medida encarecida también por la alta exigencia técnica del proyecto, paulatinamente mejorado por la insistencia de nuestros políticos ante un Gobierno dispuesto a dejarse convencer. Pero ha sido posible desde la unidad política de todas las partes, escenificada para la ocasión de manera precisa y puntual, pero que debe ser preservada. Las llamadas a las urnas serán una mala tentación si se anteponen los intereses de partido a los generales. Hay que estar vigilantes.