Diario de León

LA ESPUMA DELOS DÍAS

Abril es el mes más cruel...

Publicado por
JOSÉ L. SUÁREZ ROCA
León

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Abril es el mes más cruel, hace brotar lilas del interior de la tierra muerta, mezcla los recuerdos y los deseos...». Se asoma el mes de abril por el Noroeste, abril es una república floral, pero esos pensamientos de Eliot, ay... Frente a la muralla occidental del castillo de los Templarios contemplábamos ayer a los patos del Sil, esos patos como naves nerudianas del tiempo, un poco atolondrados navegando río abajo río arriba, y cuando se cansaban iban a golpearse contra los troncos podridos de la orilla y gritaban, también los patos tienen sus crisis sentimentales, pero nadie caminaba a esas horas por los senderos vallados que atraviesan la colina teñida de verde que va a morir al río, a esas horas de la tarde en que se sale a pasear la crisis económica, la crisis existencial-¦ Crucé el puente y me dio la impresión de que aquellos que subían llegaban ya tarde a su cuartel después de haber disfrutado de unas horas de permiso.

Y pasé por delante del Corte Chino, nunca había entrado en un Corte Chino, así que le pregunté a una china que hacía guardia en la puerta si allí dentro vendían libros, por otra cosa no se me ocurrió preguntar, y creo que no me entendió pero me invitó a pasar como si fuera a visitar uno de esos palacios orientales... Si alguien me hubiera preguntado qué es eso del vacío existencial le hubiera dicho entonces: «Es todo esto»: inmenso era el espacio, tan extenso como la explanada del castillo, pero tres, sólo había tres almas comprando algo... Salí de allí con pena, no por los chinos... con esa pena que vosotros también habríais sentido. Y no fui capaz de regalarle un gesto de despedida a la joven china de la puerta. Pero tardaré en olvidarme de su cara.

Y luego el azar me llevó al centro de la ciudad y entré en una librería a preguntar por «Los pobres desgraciados hijos de perra», pues me habían dicho que merecían la pena esos cuentos últimos de Carlos Marzal. Y el librero me contó entonces lo que había tenido que sufrir unos minutos antes: un tipo con gafas, calvo, bien vestido, como de unos treinta años, «cogió de la estantería los -˜Cuentos droláticos-™ de Balzac, y de repente comenzó a arrancar páginas, mira, ¡las páginas con las ilustraciones de Gustavo Doré!, el hijo de... Me acerqué y le pregunté por qué lo hacía, y se echó a reír como un loco, y le eché de la librería, ¡le dije que no se le ocurriera volver más por aquí!». No supe qué decirle cuando me confesó con pena «si hubieras llegado un poco antes es posible que no se hubiese atrevido a hacerlo, solo estábamos él y yo». Casi nunca llegamos a tiempo para romper los vacíos-¦ Pero no deberíamos permitir que ninguna catástrofe sentimental nos destruya el mes de abril.

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