Diario de León
Publicado por
JAVIER TOMÉ
León

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D ado que la parrilla televisiva parece estar pensada con el necio propósito de machacarnos las entendederas, la verdad que es apenas veo los partidos de fútbol, esas películas antiguas envueltas en glamour y, por supuesto, programas de historia como el dedicado recientemente a la Nueve, compañía compuesta por republicanos españoles que fue la primera en entrar en París allá por el mes de agosto de 1944. Dicen los críticos, pero dicen mal, que zarandajas como la llamada Ley de la Memoria Histórica que pretende localizar los cuerpos de los represaliados a raíz del triunfo franquista no sirven más que para atizar la llama de la discordia; una jaimitada que entierra el presunto pacto de silencio y olvido sellado durante la transición. No lo creo, pues soy de los que consideran el pasado como un trampolín que explica muchas cosas y no como un sofá acomodaticio. En fin, un lío de los gordos que nos retrotrae hasta los entresijos de la España rural, inculta y salvaje que saldó sus cuentas pendientes a partir del verano de 1936.

A lo que íbamos. La compañía número nueve, dirigida por el capitán Dronne, hizo la campaña de Túnez contra los ejércitos de Rommel, el Zorro del Desierto , y se plantó en la plaza de la Villa del liberado París a lomos de blindados que llevaban nombres tan raciales como Don Quijote. Uno de los integrantes era el asturiano Manuel Fernández, quien contó en la pequeña pantalla que su odio hacia los nazis surgió en nuestro edificio de San Marcos, transformado en campo de concentración para los prisioneros republicanos. Allí acudían los oficiales de la Legión Cóndor, asentados en León, para fotografiar a los cautivos fingiendo despiojarse o simplemente escupirles en la cara. ¡Qué historias, Dios mío!

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