Diario de León
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La política para el que vive de ella. Y aún así, quieren hacerla guerra civil. En esta época con licencia para hablar se puede atacar la inteligencia del votante sin ningún tipo de rubor. En campaña electoral se revive la Cistierna minera por la misma ley que a Cádiz se le recuerda su pasado fenicio. Dónde andará el último picador que dejó la cuenca embalsamado y ungido por Felipe González. Hay cosas que ya no quieren rememorar ni aquellos cronistas que llegaron a ser más de derechas que el grifo del agua fría.

El minero en campaña electoral es un recurso jugoso y estacional, igual que el Mercedes largo de Solares, o el alcalde de Vegacervera que duda si dejarle alguna migaja a la oposición. Mineros invocó López para espetarle a Herrera que no conocía minero. López, que como se sabe de carrerilla es de los que se batió el cobre entre el carbón para llegar al parlamento. Mineros puso el PSOE para hacerle el pasillo al secretario general en el mitin de rigor. Mineros, los que cuentan para digerir el insomnio los dirigentes populares provinciales y regionales cada noche que el presidente de la Xunta se les aparece en sueños y en forma de recurso eléctrico; suele coincidir el fenómeno con la víspera de un acto electoral en el que es preciso dar un corte a la antracita.

La mina es ya tema estrella, el cebo preferido, en este adviento de petición de votos. La mina le facilita la cosa al político, que parece vivir en la orilla del mundo que pertenece a las ensoñaciones. A lo mejor no se repara en las recetas que empleaba Miguel Martínez, fraile antes de cocinar en Paradores: artículo primero, lo esencial de la campaña electoral es llegar al final sin haber perdido ninguno de los votantes que te asistían al inicio, solía resumir el ex patrón socialista mientras se batía entre teleclubes de uno a otro lado de la provincia.

Carrasco tiene otro enunciado escatológico para resumir la carga pragmática que inculca al elegible para que no aburra al elector: «Aquí se tiene que venir comidos», dice la jefa del PP sobre el perfil del candidato. El déjà vu de la campaña electoral comienza cuando el que pide el voto confunde su interés con el de todos, muy propio del que echa a correr a ver que hay en la urna. De lo que interesa no se habla en León. El puedo prometer y prometo es ajeno a la serpiente del paro, enroscada en la Catedral. ¿No la ven?

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