Diario de León
Publicado por
RAFAEL MARTÍNEZ SIMANCAS
León

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Pude caminar por las calles vacías de Lorca el pasado jueves, apenas unas horas después de que el suelo temblara. Solo cascotes por las aceras, polvo por todas partes, tiendas con el cierre echado, balcones vacíos, campanarios sin cigüeñas ni campanas. Lorca era una ciudad fantasma en la que se temían las réplicas, y dónde se trabajaba contra el reloj en el desescombro. Hasta ese momento las labores de coordinación institucional y los trabajos de Cruz Roja y de la Unidad Militar de Emergencias eran ejemplares, es verdad que sabemos administrar como nadie las tragedias pero no somos capaces de ordenar lo cotidiano. En otras palabras, cuándo se marchen las cámaras y los micrófonos vendrá el abandono.

En una semana estaremos con el recuento de las papeletas de las elecciones y con el juego de las alianzas, entonces la cacareada unidad institucional se puede ir a hacer puñetas con alegre facilidad, igual que se desenchufan los teléfonos de un telemaratón cuando acaba. En una semana me gustaría que los trabajos de recuperación de Lorca fueran a tan buen ritmo como hasta ahora. El pasado jueves hicimos la tertulia de -˜De Costa a Costa-™, (Punto Radio), en el Huerto de Santa Quiteria, en pleno campamento de refugiados, que no tenían claro cuándo iba a acabar su situación; uno no puede tener como residencia fija una tienda de campaña y los niños tienen que volver al colegio en vez de correr entre las letrinas improvisadas que han descargado de unos camiones del Ejército. El trabajo de reconstrucción también tiene que ser psicológico porque el susto en el cuerpo no se lo quita nadie. La dueña del bar -˜La Colegiata-™ me contó que había repartido aquella noche todas las tilas que le quedaban y lo explicaba con el siguiente argumento: «una tila la doy gratis porque es algo de primera necesidad, en cambio la cerveza la cobro porque es un capricho». Lorca, una ciudad entre temores y temblores que se hace a la idea de que una buena tila hace más por un estado de ánimo que diez visitas oficiales. Y los caprichos que los pague el que pueda.

Me gustaría creer que todos los políticos que han estado en la zona volverán a interesarse por la vida cotidiana de los lorquinos, que estarán pendientes de la apertura de sus escuelas, de sus centros de trabajo, de la recuperación de los heridos. Me gustaría creerlo pero hace tiempo que tengo la certeza de que al político se le conoce por el Telediario igual que al pájaro por su excremento. Y, dentro de una semana, de todo esto la cuarta parte. Será interesante ver cómo se retratan todos los que han pasado por Lorca con cara de circunstancias a la hora de la rendir cuentas de sus promesas. No dejemos de reclamárselas, no se lo pongamos fácil.

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