Diario de León
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L os partidos políticos son organizaciones clientelares. Clubes de amigos con vocación empresarial que deciden abanderar la defensa del interés común para construir el armazón que cobija un coto privado. Perversiones de un sistema democrático -que le debe cada vez más cosas a Luis XIV y menos a Pericles- en el que el político medio confunde oficio con profesión. El confort en el que el representante público se olvida de que su nómina de final de mes suma lo mismo que el verano entero de trabajo de un peón que planta pinos diez horas al día, con el sol como un machete en la cabeza. Esta filosofía de supervivencia a costa del erario público inspira la obra que escenifica estos días el PSOE leonés. El reparto de la leña que ha quedado entre quienes encallaron la nave en las últimas elecciones. Una trama con la que Ibán García del Blanco y María Eugenia Gancedo, exponentes de la mayor pérdida de votos socialistas de la historia en la provincia, se garantizan un sueldo en la Diputación sin tener que trabajar, mientras los alcaldes y concejales que han aguantado la tempestad en sus pueblos se quedan a las puertas del palacio de los gañanes. Nada raro. Una costumbre extendida entre los partidos, que olvidan que la institución se creó como lugar para defender los intereses de los municipios de menos de 20.000 habitantes y siempre confían el dominio a los próceres de la capital; encargaos para quienes el desarrollo rural se traduce en un fin de semana en un pueblín sin que se les acabe la cobertura del móvil ni se les manchen los zapatos.

Ahí queda con su escaño y nómina Lázaro García Bayón por parte de la UPL, donde el reparto de dinero resuelve egos, y se disciplinan los gallos del PP, donde la única incógnita es saber si volverá a ocupar escaño el alcalde de Puebla de Lillo, Pedro Vicente Sánchez, quien los últimos cuatro años ha ocupado un cargo de confianza, a razón de 50.000 euros anuales, por leer los periódicos y abrirle la puerta del coche a la presidenta.

Pero en el PSOE la maniobra no sólo se reduce a euros, sino que busca proteger la cúpula de poder para garantizar la pervivencia del negocio. El arrope necesario para que Francisco Fernández no se quede a la intemperie en su repliegue hacia los palacios de invierno.

El calco de la eterna estrategia del poder en Argentina: después de Perón, el peronismo.

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