Diario de León
Publicado por
ANTONIO PAPELL
León

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Bildu ha irrumpido en la vida pública vas ca y española con una impetuosidad agria e incisiva, en parte desconcertante y en parte irritante, que parece insinuar al espectador que estos activistas pretenden que pensemos que salen de la nada, como si el mundo hubiera sido creado anteayer y careciéramos todos de historia. Cuando se les menciona a ETA -especialmente a los dos cargos públicos más relevantes de la organización, Martin Garicano y Juan Carlos Izagirre-, los militantes de Bildu esbozan una expresión angelical y se apresuran a asegurar que es el Estado el que ha de negociar con la banda, que su compromiso termina con la condena de cualquier forma de violencia encaminada a conseguir objetivos políticos. Y sin embargo, el pasado reciente gravita sobre la realidad vasca: las verdaderas víctimas de ETA se niegan en redondo, y con toda la razón, a que los advenedizos a la democracia establezcan una simetría entre ellas y los presos de ETA. Todo ello sin ignorar que muchos de los ahora encumbrados tienen copiosa biografía que descansa en las hemerotecas y en los anaqueles de las bibliotecas. Garicano, por ejemplo, ha de cargar con una trayectoria sinuosa de connivencias con la causa más radical durante su recorrido al frente de las redacciones de Egin y Gara .

Pello Urízar, portavoz de Bildu y secretario general de EA, ha sido el primero en exhibir algunos elementos polémicos del programa electoral de la coalición, como la apuesta por eliminar del Cupo vasco las partidas destinadas a la Casa del Rey, al ejército y a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. No deja de ser irritante que quienes fueron -"¿son todavía?-" el brazo político de ETA, la sanguinaria organización terrorista que ha dejado una estela de cientos de cadáveres y que todavía tiene sangre fresca en las manos, protesten por la abundancia de policías en Euskadi. Y aún este domingo, Martin Garicano ha negado que sea el momento de pedir la disolución de ETA. ¿No es ésta una manera de decir que los herederos de Batasuna prefieren que ETA siga inactiva pero amenazante como garantía de no se sabe bien qué y como fuerza en reserva por si sus expectativas soberanistas se torcieran? Ante esta postura descarada, con un punto de desfachatez en la gestualidad, conviene recordar a Bildu, en primer lugar, que no está en mayoría: como ha recordado editorialmente algún periódico vasco, de los 1,1 millones de votos emitidos en las municipales de Euskadi, Bildu sólo consiguió 276.000. Y, en segundo lugar, que la democracia mantiene intactas todas sus cautelas jurídicas: cualquier desliz que permitiera a los tribunales apreciar fehacientemente que Bildu y ETA mantienen alguna familiaridad, daría lugar a un proceso de ilegalización. El Estado español es tan flexible políticamente como estricto jurídicamente, y con él no podrán jugar los aprendices de brujo.

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