Diario de León

TRIBUNA

La juventud de hoy y el trabajo

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Todo el mundo habla ya de una generación perdida para el trabajo y se queda tan pancho, como si fuera algo baladí. Y no puede ser. No podemos cruzarnos de brazos y ver cómo se consuma tal vaticinio... Los primeros, los políticos. Si para algo han de unirse ha de ser para pactos de envergadura, como el terrorismo, la educación, la sanidad, el paro... No vale enarbolar la bandera de uno u otro partido cuando nos estamos jugando el futuro de nuestros hijos y, en consecuencia, el futuro de España. Es hora de que las cabezas pensantes, independiente- mente de los partidos, se sienten y acuerden los puntos que nos sacarán del atolladero, de este intrincado abismo sin fondo. Porque tiene que haber formas de salir airoso y animar a esta juventud desesperada.

Quisiera, pues, dar unas pinceladas en este esfuerzo impagable por encontrar los cauces de salida al paro juvenil. Pienso que hay vías que nos deben llevar a la estación clave desde la cual cada viajero ha de ser capaz de elegir el mejor viaje, el tren más adecuado a sus posibilidades. En primer lugar, se me ocurre que podría haber menos altos cargos y más cargos intermedios. Para ello habría que fomentar y dignificar la formación de cuadros intermedios. En segundo lugar, hacer que cada cual desempeñe un solo empleo, sea público o privado. Eso no quiere decir que haya personas que no puedan ejercer varios cargos con todo decoro, pero la sociedad ahora nos pide otra cosa. En tercer lugar, se podría compartir el trabajo: donde trabaja uno que trabajen dos. Eso supone, claro es, que se trabajaría menos horas y se reduciría algo el sueldo, pero se daría trabajo a muchos más. Siempre que el sueldo sea digno y no algo precario. En cuarto lugar, se podría incentivar la rehabilitación de la vivienda, de manera que ese sector absorbiera a mucha gente que ha quedado descolgada de la construcción. Nunca se llegaría a las cifras que nos han llevado a la ruina actual. En quinto lugar, los microcréditos podrían reactivar el pequeño y mediano empleo. Aquí la banca ha de mojarse de verdad. En sexto lugar, no se puede propiciar ERES en compañías solventes. Además, si eso acarreara más trabajo en gente joven, todavía.

Son algunas de las propuestas que, a vuela pluma, se me ocurren y que incrementarían bastante los puestos de trabajo. Esto no quita que, al mismo tiempo, se luche contra la economía sumergida y que se vayan igualando más los sueldos, de manera que no haya tantas diferencias entre unos y otros. Tendrá que haber más nóminas dignas y menos dispendios en los altos cargos.

Posiblemente sea hora de debatir si es bueno o no que haya puestos fijos, funcionarios. Tal vez, no. Tampoco esto se puede cambiar de repente, después de una larga tradición de oposiciones y funcionariado. Pero no debemos igualmente defender el cambio continuo y la inestabilidad. Cobra sentido el contrato indefinido, aunque por razones diversas quede abierta la puerta de la movilidad. Y nunca el despido improcedente, a no ser que las circunstancias lo aconsejen o el mal hacer del trabajador lo facilite. Es decir, si vamos hacia un contrato indefinido habría que arbitrar un acceso adecuado, fuera de todo amiguismo y abierto al estudio y la capacidad de cada cual. Sería una manera de prestigiar los estudios y de que la preparación conllevara en sí misma el premio del empleo.

Urge, pues, un acuerdo entre todas las fuerzas vivas del país: gobierno, partidos, sindicatos, empresas, etc. No podemos decir que hay una generación perdida y quedarnos de brazos cruzados o tirarnos los trastos a la cabeza. Sentémonos, dialoguemos, busquemos salidas... Tiene que haberlas, a no ser que lleguemos a conclusiones nefastas: hace falta guerras o catástrofes para que haya empleos. Si no, quizá la juventud debería «levantarse en armas» y pedirnos responsabilidades. ¿Es esta la herencia que queremos dejarles? Lo lógico es que cada generación venidera supere a la anterior, como los hijos se supone que superen a los padres. Esto es lo lógico. Lo otro son contradicciones difícilmente aceptables. En nuestras manos están las bases para unos cimientos firmes, gratificantes. Seamos coherentes y no nos perdamos en el laberinto de las palabras. Si no encontramos los puentes de reincorporación de la juventud al trabajo se nos dirá con razón que hemos fracasado rotundamente. Sin excusas. Una sociedad que es capaz de pagar a los futbolistas -a muchos-cantidades inmensas de euros, no puede quedarse atrás en esta búsqueda de caminos de solución. Hoy es la preocupación mayor, dado que el terrorismo parece aparcado en vía muerta. Lo confirman esas acampadas en la Puerta del Sol y en muchas plazas de España. Y acabo con unas palabras que han aparecido en alguna pancarta últimamente: si no nos dejáis soñar, no os dejaremos dormir.

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