Diario de León
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E l alcalde de León ha creado una especia de mesa redonda en la que sentarse con quienes fueron corregidores antes que él, para que no se pierda una experiencia acumulada de años, y que ahora puede ser de gran utilidad en plena crisis. Lástima que una idea tan artúrica no cuente también con un Merlín, aquel mago que antes de dar un consejo al rey viajaba al futuro para enterarse no sólo si el enemigo iba a atacar por la izquierda o por la derecha, sino, ya de paso, cómo iba a quedar el Manchester United. A ver en qué queda este Camelot municipal. Más allá de su logro o de su fracaso, la decisión en sí resulta muy elogiable, pues tan importante como el valor del consejo recibido es la humildad de solicitarlo. Luego están los cráneos privilegiados, como Cristiano Ronaldo quien ha declarado: «Me silban porque soy guapo, rico, un gran jugador y me tienen envidia». Pero fuera de este caso de perfección cósmica, el resto de los mortales necesitamos ser aconsejados en algo. O en mucho.

Ojalá el Consejo de Alcaldes no quede en «siempre que te pregunto/ que cuándo, dónde y cómo/ tu vas y me respondes/ quizás, quizás, quizás». La primera reunión fue informal, acudieron a la convocatoria de don Emilio: Morano, Díaz Villarig y Amilivia; el ex alcalde socialista, Francisco Fernández no fue, lástima pues sus opiniones son también valiosas. Tal vez teme que se caiga en «y tú más» o «y yo menos». No ha trascendido el contenido, pero se sabe que no hubo preguntas como «Si sólo tengo 200 euros y debo millones ¿puedo comprar una tirolina?», pues no es lo mismo pedir un consejo que la fórmula para convertir el plomo en oro. Los imposibles, a santa Rita.

Sus respectivas experiencias como gestores contienen aciertos y errores, aunque se suele aprender más de estos que de aquellos. A lo mejor es ahora cuando equivocaciones del pasado revelan su sentido y sirven para que otros no las cometan. Y es lógico que haya quien se cuestione el sentido del nuevo órgano, pero también lo es que el mero oponerse no aporta nada, además de que actúa como fuerza paralizante. No sólo el alcalde, todos necesitamos consejos. Salvo Ronaldo, claro. Él ha alcanzado ya su nirvana. Ser perfecto ha de resultar aburridísimo.

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