Diario de León
Publicado por
manuel alcántara
León

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La consigna de los indignados norteamericanos, que también tienen sus motivos, equivale a la toma de la Bastilla. El combustible presidente estadounidense Barack Obama reconoce que ese movimiento refleja la frustración que ha determinado una crisis que parece no tener término. El número de descontentos se aproxima al de votantes.

Todos aspiramos, en cualquier país donde hayamos nacido, a un reparto del bienestar, incluso en las naciones donde siempre se ha estado mal. Ocurre que la resignación ha muerto y ya no solo protestan los que no tienen nada, sino los que se rebelan porque otros tengan todo. Hay quienes establecen un cierto parentesco entre los que gritan «¡Ocupa Wall Street!» y el Tea Party, pero lo cierto es que hay más manifestantes que gente que se queda en su casa.

Mientras, el mundo global despide clamorosamente a Steve Jobs, ese suplente de Einstein que supo hacerse con millones de clientes que siempre tenían razón, y la van a seguir teniendo en ausencia del genio

Algo está girando en este planeta suburbano sobre su propio eje, pero lo preocupante es que no sabemos ni cuál es ese eje, ni quién lo sostiene. Los españoles tampoco tenemos una idea muy clara acerca de dónde está nuestra Wall Street particular y en vista de eso el Gobierno quiere que el rescate de las cajas maltrechas y mal administradas, que no son todas, sino las más invadidas por intrusos de la política, lo pague el «sector financiero». Ahí cabe todo, mientras no se le vea el culo al Fondo de Garantía de Depósitos.

¿Qué dinero hubiera dado Steve Jobs por que se hubiese descubierto a tiempo un remedio para el cáncer de páncreas? El visionario de la era digital no llegó a tiempo para verlo venir y se ha ido apenas sin despedirse y decir eso de «mi vida acabe y mi vivir ordene», pero aquí quedan sus ordenadores. Creo que están montados en una sola placa de circuito impreso.

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