Diario de León

TRIBUNA

Un programa para la agricultura

Publicado por
josé antonio turrado
León

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Salgo al paso de la campaña electoral para decir a los partidos políticos que se puede y se debe presentar un programa agroganadero, cosa que no han hecho, y que se pueden concretar medidas de gobierno para gestionar los intereses de este sector primario. Todos los partidos políticos hablan del necesario esfuerzo en la negociación de la política agrícola común (PAC) cuyas propuestas de reglamento presentó recientemente la Comisión, pero ninguno concreta ni propone lo que queremos los agricultores: presupuesto suficiente, apoyo a la agricultura y ganadería productiva, apuesta por la modernización y competitividad del campo, destinar los recursos al agricultor profesional, priorizar en los jóvenes, estabilizar los precios con medidas de mercado y establecer instrumentos de negociación con el sector agroindustrial. Resulta sonrojante que los partidos políticos no mencionen al sector remolachero azucarero y que por tanto no hagan una defensa firme del sistema de cuotas, que no hagan propuestas para que nuestro país no pierda ni una hectárea más de remolacha ni más puestos de trabajo en las fábricas azucareras, o que no se posicionen a favor del viñedo de calidad manteniendo los derechos de plantación como mecanismo regulador de los mercados. Y vive al margen de la realidad cualquier político que en estos momentos, hablando del sector primario, no conozca la problemática específica del sector ganadero y ofrezca medidas para salir de una crisis tremenda que lo tienen seriamente atenazado. Un sector ganadero que pide a gritos un plan estratégico, que exige una revisión de los programas de saneamiento, que no puede sobrevivir con un crecimiento tan desordenado de la fauna salvaje con el lobo a la cabeza, y un sector que demanda, con sólidos argumentos económicos y sanitarios, la reintroducción de harinas animales en la fabricación de los piensos.

La agricultura del futuro, y en particular la leonesa, necesita de una política hidráulica que no repercuta tantos costes en los usuarios, que modernice los regadíos, que estudie aumentar la capacidad de almacenamiento de agua y que desarrolle nuevas superficies regables. Agua para aumentar la productividad de un campo que exige también una política agroenergética de la que pueda beneficiarse en la fabricación de biocombustibles, biomasa y energías limpias en general. Una productividad que tendrá que venir de la mano del desarrollo tecnológico, incluidos los cultivos transgénicos, que no será posible si no se pone coto a ciertos monopolios u oligopolios en los insumos y que pasa también por un gasóleo profesional y por unas tarifas eléctricas especiales. Medidas para producir más, para producir más barato y medidas para comercializar mejor. En este apartado, el nuevo Gobierno debe de acometer medias para dotar de dimensión a las cooperativas, para que estén bien gobernadas y gestionadas, medidas para que transformen los productos, sean innovadoras, influyan en el mercado interior y se abran a la exportación consiguiendo, fruto de todo ello, un valor añadido en los productos que ha de revertir en el cooperativista. En este aspecto tan importante que es la comercialización, es imprescindible que el sector agroganadero, por sus peculiaridades, quede fuera, en la negociación en origen, de las normas que regulan y aplica el Tribunal de la Competencia, un tribunal que tiene literalmente perseguidos a los agricultores y ganaderos.

El ministerio competente, que probablemente se vuelva a llamar de Agricultura, tiene que tener presupuesto suficiente para ejecutar, junto con Bruselas y las comunidades autónomas, el Programa de Desarrollo Rural, y ha de garantizar que se mantienen los fondos suficientes para el Plan de Seguros Agrarios. Y junto a presupuesto necesitamos medidas fiscales, sobre todo relacionadas con la fiscalidad por módulos y el IVA compensatorio, así como cuestiones relacionadas con la Seguridad Social para que todo el que trabaje en el campo tenga la obligación de cotizar. También corresponde al nuevo Gobierno tomar medidas de política económica para que fluya el crédito, pues el sector agroganadero, como actividad empresarial que es, necesita financiación externa para tener circulante y para hacer inversiones, algo que ahora prácticamente no existe y cuando se consigue es a costa de pagar altos intereses y comisiones.

Los programas electorales tienen que ser claros y concisos en las medidas orientadas a favorecer el relevo generacional en el campo. Hay que apoyar a los jóvenes para que decidan hacer de la agricultura y la ganadería su forma de vida y lo hagan con éxito, y todavía quedan medias por tomar para lograr una mayor implicación de la mujer en la gestión y el trabajo de la explotación agraria. Pero nada de esto es posible si no se considera al sector como estratégico, si no se valora que su fin es producir alimentos, que genera mucho empleo, que da sentido a una pujante industria agroalimentaria, que ocupa el territorio dando vida a nuestros pueblos y que conserva un medio ambiente del que disfrutamos todos.

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