19 prostitutas y dos pavos reales

M e digo a mi mismo cada vez que se plantea la oportunidad que no debería embelesarme en la lectura de algunas noticias de la triste crónica negra mexicana que escriben a balazos los cuernos de chivo de los narcos. Porque detrás de ellas, de los cadáveres esparcidos por las plazas públicas, colgando como gochos abiertos en canal de los viaductos de las autovías o abrasados vivos, debe trasegarse muchísimo dolor. Pero cuanto más me lo prohibo, más transgredo. Así que no pude resistirme cuando leí aquel titular sobre lo acontecido en la cárcel de Acapulco.

Los agentes federales de seguridad asaltaron el penal y detuvieron al director tras descubrir como una banda de sesenta reos lo había convertido en un auténtico casino-lupanar. Los militares se encontraron durante el registro nocturno con un equipo de 19 prostitutas al servicio de los presos, la mayoría relacionados con los cárteles del narcotráfico; un centenar de televisores de plasma de pantalla plana, alrededor de cien gallos de pelea, varios costales de marihuana y dos pavos reales. La noticia, pese a la dificultad mediática que ello comportaba, logró colarse sin embargo entre los titulares de algunos de los principales noticieros radiofónicos españoles durante la mañana del martes. Entre los ecos repetitivos, análisis y reanálisis del debate entre Alfredo Pérez Rubalcaba y Mariano Rajoy, que copaban las parrillas de todas las cadenas. Tan previsibles, parciales y manidos, por cierto, como los discursos de los contendientes.

Así que me descubrí de repente, seguramente que con un gesto bobalicón de socarronería, meditando sobre la composición del escenario de la prisión de Acapulco. Y una cosa me llevó a la otra. Cualquiera podría imaginarse que pintaban allí las diecinueve meretrices, los cien gallos de pelea, los fardos de marihuana e incluso el centenar de pantallas planas. ¿Pero y los dos pavos reales?

La mayoría de los españoles que contemplamos el debate entre el ciudadano Rubalcaba, abdicando interrogador de cualquier opción de gobierno, y el presidente Rajoy machacándonos con las cifras de nuestra desgracia, debimos preguntarnos lo mismo. «¿Pero y cómo se sale de esta?» Pues yo sigo sin adivinar qué pintaban allí los dos pavos reales.