Los aligustres

C ontemplo ruidosos a los operarios de la empresa concesionaria de los jardines en Ponferrada podando los árboles que jalonan la avenida del Castillo, y que disparan sus ramas sin ningún orden ni rigor hacia las ventanas de los edificios colindantes. Los aligustres mansos se dejan peinar por los dientes de las sierras eléctricas hasta que sus copas aparecen redondeadas, ofreciendo un aspecto como poco bastante más estético. No sé si también más saludable.

Los aligustres de la avenida del Castillo, pienso, se parecen un poco a los ciudadanos. Al menos a los bercianos, que han visto indolentes como en los últimos ocho años se les ha privado de todo tipo de inversiones especialmente en materia de infraestructuras y servicios y sin embargo se han mantenido silentes a través de la medida mordaza de sus propios representantes políticos. Nos han metido tanto la sierra desde las administraciones que hemos llegado a un punto en el que parezca que, como los aligustres, ni sentamos ni padezcamos, esperando que todo sea para bien del apuntalamiento del sistema general que se desmorona. Así es como asistimos ahora impertérritos a naderías en comparación con lo que nos han hurtado. Como por ejemplo a la inoportuna amenaza del Instituto de la Viña y el Vino de fugarse del campus de Ponferrada para concentrarse en León.

El victimismo que siempre ha etiquetado al prototipo comarcano se ha terminado dando la vuelta hasta transformarse en la peor pusilanimidad. Probablemente no sean los mejores tiempos para reclamar. Pero me temo que con el cambio de Gobierno y el pretexto de la herencia envenenada del PSOE, el PP tampoco hará nada para recuperar el proyecto de la continuidad de la alta velocidad hacia Galicia, y ni siquiera el de la ejecución de la autovía a Orense A-76. Y lo peor es que a ver con qué credibilidad los socialistas van a poder a sacar a la calle a nadie —como en los lejanos tiempos del Jesús Esteban presidente comarcal— cuando en ocho años no han sido capaces de mover apenas un papel ni de uno ni de otro proyecto. Con ese espíritu de aligustres pacientes estamos preparados para soportar nuevos ajustes y agravios. Aunque cuidado los políticos. Porque no hace demasiado vi una película de ese director indio tan raro, en la que los árboles escupían unas virulentas toxinas paralizantes que mataban a media humanidad.