Recuperar el consumo es una necesidad

Dos cifras que salen hoy a la luz pública revelan la gravedad de la crisis y al mismo tiempo un cierto cambio en la dinámica social y en la actitud ciudadana respecto a una situación que ya se prolonga en exceso. Por un lado, la intensidad del tráfico en la autopista León-Astorga cayó en el 2011 un 12,5% respecto al año anterior, triplicando los descensos registrados en el 2009 y el 2010. Es un dato terriblemente significativo. Por otro, el comercio leonés inicia la campaña de rebajas con una previsión de ventas de 42 millones de euros, muy lejos de los 57 alcanzados en el 2008, la última gran temporada, pero ligeramente por encima de las precedentes. Tiene mucho que ver en ello el empuje del textil y puede ser, efectivamente y como apunta el propio comercio, que los ciudadanos tengan auténtica necesidad de comprarse ropa después de tres años de privaciones.

En fin, el roscón puso ayer fin a las fiestas navideñas y apuntó el camino a seguir en una cuesta de enero que se anuncia más empinada que nunca después de que el pretexto navideño volviera a sacar a la calle el espíritu festivo que nos distingue. Pese a los presagios unánimemente malos y a los severos recortes anunciados por todas las administraciones, hemos tirado una buena parte de la casa por la ventana y hemos mantenido, con la contención propia de la situación y un margen de prudencia razonable, las celebraciones, las escapadas vacacionales y las compras de juguetes y regalos.

Los sacrificios son inevitables para rescatar la confianza y activar las inversiones, aunque el crédito y la recuperación del empleo también son imprescindibles y no pueden demorarse. Sin embargo, lo fundamental es el consumo. Lo es para alentar un cierto calor a nuestra economía. En un juego diabólico, la crisis ha cambiado completamente nuestros hábitos de consumo cuando es precisamente eso lo que puede hacer que las cosas mejoren.