Correos tiene que estar más vigilante

La detención de un cartero que presuntamente se apropió de tarjetas de crédito y las empleó para apropiarse de alrededor de 26.000 euros no debe poner nunca en cuestión el trabajo de decenas de profesionales que cada día reparten el correo en la ciudad y en la provincia pero sí debe ser un serio aviso sobre la situación de este servicio. Una vez más, como en tantos sucesos de este tipo, se trata de un caso aislado, de una persona que se aprovechó de las posibilidades que le ofrecía su trabajo para cometer posiblemente unos delitos que ahora deberá concretar la Justicia. Pero la mera existencia de un caso como éste debe llevar al organismo de Correos a plantearse si dispone de todos los medios necesarios para realizar un buen servicio.

Hace ya tiempo que los recortes se están aplicando en esta empresa pública y la duda que surge es si entre tantos ajustes de plantilla también se han eliminado puestos destinados precisamente a evitar que se produzcan este tipo de abusos. Se han quitado carteros, especialmente en el mundo rural, y las plantillas de Correos se han adelgado de forma notable y por ello no sería nada descabellado que también se hayan eliminado piezas en el engranaje de la empresa que tenían como misión garantizar que un servicio tan importante se preste al ciudadano con todas las garantías.

Es preocupante que el caso haya podido durar mucho tiempo sin que nadie se diese cuenta hasta que un cliente presentó una reclamación hace ahora un año.

Correos deberá tener en cuenta lo ocurrido porque el ciudadano tiene todo el derecho a poder confiar en un servicio que tiene que ser modélico en eficacia, discreción y profesionalidad. Los propios trabajadores de Correos llevan denunciando desde hace años la degradación del servicio sin ser escuchados. Tras lo ocurrido la empresa deberá estar más vigilante