Diario de León

ASUNTOS INTERNOS

En la bocamina de Madrid

Publicado por
J. A. GUNDÍN
León

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Como vecino de Madrid, la capital de la protesta y el pasacalles, me siento personalmente muy satisfecho del éxito que cosechó la manifestación de los mineros el jueves ante el Ministerio de Industria. Por varias razones. La primera, por la entereza y determinación de los trabajadores y sus familias, que pone de manifiesto la justicia de una reivindicación bien fundada. La lucha es por la supervivencia, no por el confort o la mejora salarial. Otra razón es porque ha concitado y reunido a dirigentes políticos de todos los partidos y de muy diferentes sensibilidades ideológicas. Esta no es una batalla de partido ni de bandería, sino de comunidad. En muy pocas ocasiones puede verse a alcaldes del PP, del PSOE y de IU compartiendo la misma pancarta. Todo esto lo pudieron ver los madrileños, a través de cuyos ojos el resto de España suele ponerle cara a los problemas que aquejan a colectivos de toda la geografía nacional. Los medios de comunicación, televisiones y periódicos sobre todo, recogieron con cierta amplitud la protesta y la llevaron hasta el último rincón del país. Y es en este punto donde no puedo por menos que lamentar la única sombra de una manifestación ejemplar y cívica.

Me refiero a los actos de provocación y violencia que elementos aislados, a los que me resisto a llamar mineros, protagonizaron hasta sacar a la policía de sus casillas y causas daños en instalaciones públicas. La gente de la mina no es así, no es matona ni irrespetuosa, no es agresiva ni chulesca. Las imágenes de las Fuerzas de Seguridad cargando contra los manifestantes y los titulares de algunos diarios acusando a los trabajadores de violentos han devaluado la manifestación y han perjudicado gravemente la causa de los mineros.

Así no. Así, con pólvora, barricadas e imágenes que nos remiten a los indeseables procedimientos de los antisistema, se desprestigia una lucha justa y se daña nuestro buen nombre. Del mismo modo que las mujeres de los mineros dieron una lección de dignidad y elegancia a las puertas del Teatro Bergidum cuando la gala de los Micrófonos de Oro, los matones del jueves nos avergonzaron a todos los leoneses y, en especial, a los bercianos. Eran una gota insignificante en medio de un océano decente, pero arruinaron el sacrificio de todos. Y minusvaloraron la verdadera hombría de los mineros, hoy representada por los ocho de Santa Cruz del Sil.

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