Diario de León
León

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Cada vez que la Junta habla de reordenar el territorio, en León se trancan las contraventanas y se apuntalan por dentro las puertas. Parpadea la luz amarilla y se adivina a los estadistas con las chaquetas ahormadas en el respaldo de la silla, las corbatas bajo la luz macilenta de una lámpara y los dedos afilados de contar billetes de 500, mientras las imágenes de la cámara se superponen sobre un paisaje desértico que lo mismo puede ser la route 69 que la margen izquierda del Porma.

El guión de una película, que se empezó a grabar hace casi tres décadas, que para los leoneses guarda una moraleja imborrable: un eufemismo político aplicado sobre un mapa de la provincia puede ser más peligroso que una pareja de lobos con tricornio colocada a la entrada de la verbena de un pueblín de las Arrimadas. El avance del nuevo plan de la Junta suena a reparcelación agraria y tiene a los paisanos agarrados al mojón.

Cautelas que han despertado no con las trompetas de la publicidad entonadas desde el corredor del Pisuerga, sino por las ausencias del autobús en las frecuencias que llevaban a los paisanos a revisar los niveles del Sintrom los lunes por la mañana. Ese Alsa con hijuelas que apadrinó el consejero Silván, quien tras tantos años hizo que a Martiniano lo rebautizaran como transporte a la demanda, después de un álbum de fotos sonrientes que hubiera servido para alfombrar las rayas discontinuas de la red provincial.

Se anunciaba parada hasta en Utrero, si la pedía el oso que este verano desmantela colmenas y se pone goloso por debajo de Adrados, pero ahora el paisano tendrá que volver a llamar al guaje, molestar al vecino o tirar para la ciudad, porque se ha convertido en un gasto innecesario.

Una molestia para esos planes que antes se vendían como fórmula para mantener el tejido rural y ahora, en esta nueva revolución industrial que retorna con los mismos derechos laborales de la primera, anuncian que el médico no pasará consulta ni siquiera un día por semana. Para las recetas, a León o a la cabecera de comarca; si es más grave, mejor reservar una cama en los altos de Nava o revisar el seguro de decesos y pedir sitio en el camposanto.

Toda prudencia es poca. Metida la Junta en la reordenación territorial se puede esperar de todo. Menos descansar en paz.

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