Sin carbón

En la mañana de Reyes se abisman los mineros de León al pozo vacío de sus zapatos. La cuenca encerrada con la que Victorino Alonso empieza el desmantelamiento de los castilletes que le han llenado los bolsillos de riqueza y subvenciones; el abandono a los trabajadores que durante meses, enrocados bajo tierra y parapetados en las calles y las carreteras provinciales con sus familias a cuestas, se jugaron su futuro a la carta de hacer de ariete contra el Ministerio de Industria, aun a sabiendas de que sentían en la espalda la mano fría del patrón. Todo lo que pidieron, todo por lo que pelearon, y se han quedado sin carbón. Santa Cruz y Salgueiro hoy, como La Herrera de Sotillos en los años noventa; el cuadro de la cuenca de Sabero en el que se empiezan a mirar Villablino y el Bierzo como Dorian Gray.

La decisión de Alonso no evita que espere la llegada de las ayudas públicas que desde hace meses, sin aparente justificación, retiene el Ministerio de Industria. Una maña más del empresario que hizo fortuna a partir del aprovechamiento de las escolleras que abandonaba el resto. El valor de la escoria que calentaba las estufas de los pobres, con el que levantó un imperio y extendió su sombra de manos inmensas sobre las cuencas. Un paraguas que igual servía para guarecer de la intemperie, porque nada crecía sin su cobijo y permiso, que para tapar el sol a quien no doblase.

La historia de tanto sufrimiento, de un valle que se derrama en lágrimas negras sacadas a paladas de las entrañas, se cierra en forma de ERE, como el que no tardará mucho en imitar Manuel Lamelas, a quien una vez se le escapó que hacía cosas de forma «alturista», y nunca dijo tanta verdad como al equivocarse; quién sabe si la misma estela que seguirá la Hullera Vasco Leonesa. Un sector que agoniza, mientras el PP de León, mientras la Junta, ocupados en darse lustre con fotos y gestos vacíos, lo dejan morir por inanición con sus silencios, con la complicidad del encubrimiento para que el Gobierno mande el nuevo plan del carbón a Bruselas sin negociar, que alguien hará negocio cuando haya que traerlo de fuera.

A veces cabe en una errata toda la verdad de una noticia. Como aquella que se coló en un titular ya añejo: «Continúa grave el minero muerto ayer». Y en esas sigue. Entre todos lo mataron...