Diario de León

TRIBUNA

La lectura, competencia clave en los estudios

Publicado por
Isabel Cantón Mayo Catedrática de Didáctica de la Universidad de León
León

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Ya en 1982, en los inicios de mi carrera académica, dedicaba a la cuestión de la lectura un pequeño artículo titulado: Leer, base del educar. Han pasado treinta años, y sigo reafirmando y escribiendo sobre el mismo asunto. Ahora con la terminología al uso, enmarcando la lectura como una competencia clave imprescindible para la vida y para la educación. La competencia es la capacidad basada en el conocimiento para actuar eficazmente y resolver determinados problemas. Se habla de competencias clave cuando son necesarias para llevar una vida independiente, rica, responsable y satisfactoria. Una competencia clave, esencial, fundamental o básica, debe ser necesaria y beneficiosa para la sociedad y para la persona que la posee. La Ocde en sus sucesivos estudios señala que existe un consenso general en que el dominio de la lectura, la escritura y el cálculo, es condiciones necesaria, aunque no suficiente, para llevar una vida adulta exitosa. Las señala como claves para todas las capacidades de aprendizaje posteriores, así como para las posibilidades de empleo.

Centrándonos en la lectura, está considerada como el instrumento del aprendizaje por excelencia, como la competencia clave sin la cual es imposible acceder al resto. El Ministerio engloba la lectura dentro de la competencia clave en comunicación lingüística, abarcando la lectura, la escritura y la comunicación en general. Sobre la lectura como parte nuclear de esa competencia, entendemos, con el informe Pisa, que es la capacidad de comprender, usar y reflexionar sobre textos escritos para alcanzar los objetivos, desarrollar los conocimientos y el potencial propios y ser parte activa de la sociedad. El Diccionario de la RAE  define la lectura como acción de leer e interpretar del sentido de un texto; disertación, exposición o discurso sobre un tema. Para Cassany, la lectura es un instrumento potentísimo de aprendizaje; leyendo libros, periódicos o papeles podemos aprender cualquiera de las disciplinas  del saber humano. Señala que la adquisición del código escrito implica el desarrollo de capacidades  cognitivas superiores: la reflexión, el espíritu crítico, la conciencia, etc., por lo cual quien aprende a leer eficientemente desarrolla su pensamiento y su razón. En todos los casos la lectura no se queda en un simple descifrado de signos. La lectura se convierte  por sí misma en un aprendizaje trascendental  para la escolarización y para el crecimiento intelectual. Aspectos como el éxito o el fracaso escolar, la profesionalización, el grado de autonomía y desenvoltura personal se relacionan directamente con las capacidades de la lectura. No poseer un nivel adecuado de lectura se considera un obstáculo para la inserción social y económica de adultos y para el éxito académico de los estudiantes. Además existe correlación positiva entre el nivel de lectura de un país y su nivel económico; a mayor nivel de lectura mayor producto interior bruto.

Conociendo esto, ¿por qué no leen nuestros jóvenes estudiantes de Primaria, Secundaria y Bachillerato? Un colega afirma que la lectura es a la mente como las verduras al gusto: no gustan al principio, pero luego se terminan encontrando muy buenas, incluso imprescindibles. Para leer, como para casi todo, hacen falta sólo tres cosas: saber, querer y poder. Todos los estudiantes de niveles obligatorios saben leer (en el apartado de descifrado, no en el de comprensión y velocidad lectoras), y también pueden leer, otra cosa es que quieran hacerlo organizando su tiempo y sus preferencias.

Podemos darles varios argumentos para que quieran leer: en primer lugar no presentar la lectura como un trabajo, sino como un placer, y ello sólo se consigue presentando a los escolares textos que les motiven, que les gusten, que les lleven por la senda de los lectores voraces, pasando tardes enteras delante de un libro con las orejas ardiendo y el pelo caído por la cara, como Bastian Baltasar Bux, adolescente de La Historia interminable , cuya pasión eran los libros.

En segundo lugar está la familia: los hogares donde a los niños se les cuentan cuentos desde bebés, se les leen, se les pide que los cuenten ellos mismos, que los reinventen, donde se habla del libro que nos gustó, del cómic, de la novela, del poema, tienen el camino desbrozado. Quienes poseen una pequeña biblioteca en casa verán a sus hijos ser lectores gozosos. Lo importante es la pronta adquisición de la lectura, en el nivel de decodificación, para ir pasando a la curiosidad por saber qué ocurre en el relato que describe aventuras, heroicidades, poderes, magia, que al estudiante le gustaría protagonizar y con cuyo héroe o heroína se identifica en sus ensoñaciones de pubertad. Jugar juntos a decir retahílas, folclore infantil, letrillas, canciones, historias rimadas, palabras que empiezan con… mientras van en el coche viajando, transmitir lo que se conoce, los juegos de palabras que nos cantaron y contaron nuestros padres y abuelos nos convierte en eslabones activos de la transmisión oral y escrita. Los padres que acompañan a sus hijos a la librería a seleccionar el libro que su hijo quiera leer, que le preguntan, qué es lo que le gustó de lo que ha leído, qué otros libros le gustaría comprar, tienen en su mano el éxito futuro de su hijo en los estudios y en el trabajo.

En tercer lugar está el centro educativo; más aún, el docente que tutoriza, anima y dirige la clase. Es la capacidad del profesor la que tiene mayor incidencia por el vínculo indisociable del docente con la lectura. Es quien impulsa el mandato vacío del deber de leer, por el enorme peso sociocultural de este mandato, vinculado al aprendizaje, o simplemente otorgándole la categoría de premio, de refuerzo y de valor. Claro que esta misión en pro de la lectura va ligada a las propias experiencias del docente con la lectura, si lee mucho, si disfruta, si contagia su pasión lectora a sus alumnos, desde una dimensión personal. A partir de ello hay cursos, estrategias de animación a la lectura que puede y debe conocer, pero nada será efectivo sin el aspecto de gozo personal transmitido por la propia lectura.

En último lugar, la sociedad también puede fomentar, valorar y difundir la lectura entre los más jóvenes. Campañas como las realizadas por el programa Prensa-Escuela, las que llevan a los centros diarios para que los alumnos puedan disfrutar de ellos permiten desarrollar hábitos lectores entre quienes desean. Casi todas las comunidades autónomas poseen programas para impulsar la lectura en los estudiantes. Castilla y León como por ejemplo: Fomento de la lectura. ¡Hoy libro! Finalmente señalamos con la Unesco que todos, profesores, padres y alumnos, debemos implicarnos activamente en la tarea de despertar el gusto por la lectura y considerar que la lectura es una estrategia primordial en el aprendizaje.

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