Diario de León

DESDE MI PALOMAR por JOSÉ LUIS PRADA

Obama, ¿un dios o un hombre?

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Hace unos años, cuando surgió la candidatura de Obama a la presidencia de los Estados Unidos, hubo un movimiento de ilusión, yo creo que mundial, pero sobre todo en España, se veía en Obama la regeneración, la apertura, el cambio en las ideas y en las maneras de gobernar la nación que, queramos o no, dirige los destinos del mundo (por lo menos hasta ahora)… Ya Obama en el poder (ganó sin paliativos), era lo esperado, todo el mundo lo recibió con los brazos abiertos, ¡era la salvación!... ¡ Por fin! Un hombre salido desde abajo y encima de color, presidente de los Estados Unidos de América, era el no va más; era el triunfo sin resquicios del progresismo; era el espejo en que se querían mirar todos los hombres y mujeres del mundo mundial… ¿Aquí en España?, aquí, ya ni te cuento… Obama era la reencarnación de Jesucristo, Mahoma y Confucio juntos. A los progres (no sé a cuento de qué presumen de progres), sobre todo, se les caía la baba cuando lo mencionaban… Me acuerdo de nuestro paisano José Luis Rodríguez cuando en un desfile militar, allí en la Castellana, estando en la oposición y con el anterior presidente americano en el poder, hizo un desprecio ante la bandera de los Estados Unidos, para presumir de que él era mas «progre» que nadie y no quería nada con los americanos… Quería demostrar que él era el portavoz, el portaestandarte de una corriente muy extendida en España de antiamericanismo… ¿os acordáis?. Yo, os lo juro, no salía de mi asombro… ¡despreciar la bandera americana! ¡cuánta ingenuidad!¡cuánta tontería! Ya en el poder nuestro paisano y Obama instalado también en la Casa Blanca. ¿Os fijasteis en los cantos y las loas al nuevo presidente? Obama era ¡la hostia!... Todo en él era bondad, buenismo… liberalidad… nos sacaría a todos de las tinieblas… era el hombre que con bandera blanca iba a gestionar la paz de todo «el orbe cristiano»¿? Lo curioso es que así lo estaba creyendo medio mundo… y ¡plas!... el Nobel de la Paz para él… ¿?¿? Yo no lo entendía ni salía de mi asombro, ¿qué había hecho aquel presidente en unos días para darle el Nobel así, sin más?... no había hecho nada aun… pero, como estaba de moda, todo el mundo tenía que estar «en la onda». Ahí, en ese momento, me di cuenta de que hay cosas que no puedes luchar contra ellas.. hay que dejar pasar el temporal… «nunca llovió que no escampara».

Decía que nuestro presidente cambió totalmente de actitud, antes, todo lo que oliese a americano lo veía en blanco y negro, de pronto, todo se le antojaba verlo en tecnicolor, cinemascope y panavisión… el cambio fue espectacular, mirado objetivamente y sin pasión, ¡de vergüenza!… ¿os acordais de aquellas peticiones de audiencia imploradas con devoción casi celestial ante la Casa Blanca, ante el altar de Obama? Pensaba nuestro ingenuo José Luis que el nuevo presidente se dignaría, por lo menos, a «ungir con su manto» a quien dirigía con tino los destinos de una nación en que todo era progreso y felicidad, en la que no había enfrentamientos con nada ni con nadie, en la que todo era bueno, buenísimo por definición…¿? ¡Que desilusión! Aquel Obama no le hizo ni puto caso. ¿Cómo puede ser?, si casi era como un hermano ideológico, casi, casi como un hermano de sangre… Nuestro presidente estaba dolido, ¡no podía ser! ¡que desprecio! precisamente a mí…¿? Zapatero y sus asesores no lo entendían. Precisamente ahí, en ese detalle, está el secreto de la grandeza de los Estados Unidos. Una cosa es lo que puedes ser tú como persona y otra el deber inalienable de defender los valores y los intereses de tu nación simbolizados en su bandera… Eso es sagrado, eso es intocable, con eso, con su dignidad no se juega… esa, amigos, es la diferencia… Aquí quería yo llegar cuando empecé a escribir esta nota: Estos días, aquí en España y por medio mundo, la gente empieza a poner en tela de juicio la presidencia de Obama porque no cumple muchos de los cambios que había prometido y se diluyen como el humo las expectativas que se habían puesto en él. La gente, muchísima, pensaba que iba a ver un cambio en la política de EEUU, que el mundo a través de él sería un remanso de paz, las guerras que tantos años duraban se acabarían en un «plis plas». Todo el mundo feliz. Es increíble la ingenuidad y casi diría el infantilismo de la sociedad en la que vivimos. De ser un redentor está pasando a ser uno más de los 44 presidentes de aquella nación. Os aseguro que cuando oía y leía todo lo que se atribuía al señor Obama, en aquellos momentos de éxtasis colectivo, me parecía desmesurado, sin base y falto de raciocinio serio. Hoy, que la gente pone a tela de juicio su presidencia me parece que no tienen razón. Una cosa es hablar y otra muy diferente dar trigo… Obama no es ahora peor, Obama ahora es un tipo responsable que mira por su país antes que por sus convicciones partidistas.

Una vez que estás en el poder ya no vale lo que era bonito hacer… hay que adecuarse a la realidad del momento y decidir lo mejor para tu pais aunque nos cueste sudor, sangre y… votos… Mirad: hasta Zapatero, a pesar de todo su buenismo y de toda su ingenuidad, al final de su mandato, actuó, forzado por las circunstancias, con cierto realismo, bajándose de la nube en la que estaba instalado, hizo lo que tenía que hacer por encima de su ideología, cosa que desde mi punto de vista le honra… Obama ni era tan bueno ni tan sublime, ni ahora es el malo de la película... Obama es el 44 presidente de los Estados Unidos, con sus éxitos y virtudes y con sus errores y defectos… Resultó no ser un dios y ser solamente un hombre… ¡que no es poco!...

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